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13 Personas nos cuentan cuál ha sido su peor día de trabajo

El trabajo no siempre es bonito. Pero lo que sí es bonito, es que si formas parte de Mundo Sueldo, puedes recibir tu sueldo en el BBVA Continental y retirar dinero sin comisión de cualquier cajero.

1. La vegija incontenible

"Era mi segunda semana de trabajo en una agencia de publicidad y me iban a presentar al cliente de la marca más de lujo mas lujosa (un whisky súper caro) y tomé un taxi al otro extremo de la ciudad para llegar a sus oficinas. El taxista no podía parar y yo ya no me aguantaba las ganas de orinar; empecé a sudar frío, tenía dolor, me despeiné toda de tanto que me jalaba el pelo de la desesperación… y no podía bajar a utilizar ningún arbusto porque los de otra agencia venían en un carro detrás. Paré en una tiendita pero no me prestaron el baño por más que rogué y pues… me hice ahí, en medio de la tienda. El taxista y yo salimos de ahí dejando atrás mis calzones y mi dignidad".

—Carmen, Lima

2. Peripecias de la oscuridad

"Una mañana tenía una reunión súper temprano y me maquillé cuando todavía estaba muy oscuro. Se me hizo un poco tarde y entré como relámpago directo a la sala de reuniones. Un colega se me quedó viendo haciendo una cara como si hubiera visto al mismísimo Chucky, y yo no supe ni qué pensar. En cuanto se acabó la reunión le pregunté que qué le pasaba, y él dijo: 'Te pintaste y te viniste, ¿verdad?' Yo, ya en pánico, saqué un espejito de mano para verme y DIOS MÍO SANTO, ¡parecía que me había pintado el maquillista del payaso 'Eso', estando borracho! Fue lo peor".

—Viviana, Cuzco

3. El escape truncado

"Un día me tiré el café encima y cuando me escapaba (sin permiso) a mi casa a cambiarme, se abrieron las puertas del elevador y, ¿quién creen que estaba ahí parado con cara de asco? Claro, mi jefe nuevo. Seguro creyó que me había hecho pipí. Me lanzó una miradita reprobatoria y me esquivó sin decir más".

—Rosita, Lima

4. Los huesos acuáticos

"Cuando trabajaba en un bar teníamos 'noches de alitas', y el restaurante se convertía en un mar de platos grasientos y fans del pollo barato. Un día estaba recogiendo los platos sucios de un cliente, cuando me agarró el brazo y me pidió que los volviera a poner en la mesa porque "todavía le quedaba carnecita a unos huesitos". Su maniobra esa hizo que dos huesos se cayeron adentro de su agua, y en vez de pasarme el vaso, SE TOMÓ EL AGUA CON LOS HUESOS ADENTRO. Me alejé de su mesa y maldije la vida al ver que todavía traía las marcas de sus dedos cochinos en mi antebrazo".

—Esteban, Trujillo

5. La vidente inoportuna

"Un día nos llegó una baraja de cartas con ilustraciones increíbles de parte de un estudio de producción. Yo, siendo creativa, inmediatamente me envolví en una manta, me amarré una pashmina en la cabeza, agarré una varita mágica de plástico que tenía por ahí y les ofrecí mis servicios de vidente a mis colegas. En minutos, había una cola de personas esperando que les leyera las cartas y yo estaba metida full en mi personaje. Me sentía Agatha Lys, la gente lloraba con mis predicciones, el mundo me aclamaba… cuando en eso, veo que viene el dueño de la agencia caminando por el pasillo (y verlo a él era como ver un fantasma, ¡nunca salía de su oficina!) Me echó una miradita de, '¿qué diablos estás haciendo?', pero, al final (gracias al cielo) soltó una carcajada. Por cierto, mis lecturas fueron bien acertadas, pero ni todo mi éxito me quitó la vergüenza que sentí". 😞

—Lizzie, Lima

6. El pecado del cajón

"Mi ex-jefe era un señor amable pero muuuy religioso. A veces se paraba detrás mío para ver lo que estaba haciendo en el trabajo, y yo casi siempre traía mis audífonos, entonces ni cuenta me daba. Un día yo estaba muy concentrada escuchando música y en eso volteé rápidamente para sacar algo del cajón que tenía atrás y estrellé mi cara… en su parte íntima. Mi cara, ahí, en su.área.intima. Me quité lo más rápido que pude y él se fue casi corriendo. Desde ahí, JAMÁS nos pudimos volver a ver a los ojos por más de tres segundos".

—Carla, Lima

7. La mini-vomitada

"Un lunes fui al trabajo con la peor resaca de mi vida después de meterme una borrachera tremenda el día anterior. Me metí al elevador y cuando volteé hacia abajo vi que tenía una manchota de textura particular en mi blusa, la misma que había usado el día anterior. En eso, me acordé que al final de la noche, queriendo decirle algo a un amigo, de mi boca en vez de salir palabras se me había escapado una mini-vomitada, la cual ahora decoraba mi blusa (y seguro emanaba una fragancia... interesante). ME QUERÍA MORIR. Ese día no me paré de mi lugar ni para ir al baño. Sobra decir que ya no tomo... los domingos".


—María, Arequipa

8. La inapropiada

"En una cena de trabajo, mi entonces novio me mandaba mensajes de texto sin parar, pero yo (no queriendo ser maleducada) no le contestaba, aunque claro que lo traía metido en la cabeza. De repente mi jefe hizo una broma sobre mi, y exclamé a todo pulmón y sin pena alguna: '¡¡¡Miren lo que tengo que aguantar todos los días de mi novio... (WAIT, NO... ¡¿en serio dije 'novio'?!) quise decir... JEFE, JEFE!!!' Cabe destacar que mi jefe escupió su trago de la risa... y yo me puse más roja que un tomate. No me atreví a pronunciar otra palabra durante toda la noche".

—Raquel, Lima

9. El party animal

"Un día salí con mi equipo de trabajo hasta las 4am, al grado que terminamos en un strip club. Al día siguiente trabajaba y me desperté tardísimo. Le avisé a mi jefa por mensaje y contestó que no me preocupara, pero ya en la oficina me dijo:'Solo déjame y te digo algo... la próxima vez que vayas a andar en el strip club a las cuatro de la mañana, no hagas check-in en el Facebook'. Me fui a mi lugar como trapo triste y en eso noté que traía dos zapatos diferentes: uno café y uno negro. Tuve que salir a una zapatería y acabé gastándome la quincena en unos zapatos horribles. En cuanto regresé a la oficina la misma jefa me vio y me dijo: 'Oye, te cambiaste los zapatos, ¿verdad?'.

—Jorge, Cuzco

10. Y que se le sube el colesterol

"Un día llegué a mi trabajo (una empresa de software) muy temprano y andaba medio dormido. Según yo me me metí a configurar un nuevo sistema en un servidor llamado 'xxxnclprd03', pero resulta que me metí a uno llamado 'xxxnclprd06'. Sin percatarme de mi error, me puse a borrar tooodooos los archivos ya que lo íbamos a reutilizar. Borré TODO y después me di cuenta que dejé a todos los técnicos que trabajaban arreglando los routers completamente a ciegas. El colesterol se me disparó y estaba que saltaba del quinceavo piso cuando me acordé que sí había respaldado la información meses antes y pude recuperar los archivos que había borrado. Menos mal nadie de mi equipo se enteró".

—Juan, Cuzco

11. El agua milagrosa

"Acababa de estacionarme una mañana cuando una colega se bajó de su carro como loca, gritando: '¡STEPHANIE RÁPIDO, me senté sobre el agua que se le cayó a mi hijo!' Yo no sabía de qué hablaba, puesto que ella traía pantalones beige claro casi translúcidos y se le veían secos. De repente, vi como se empezó a escurrir algo en su entrepierna y yo estaba como '¡Ouh yizsuuuus!' (¿Supongo que ella ya sabía que se iba a orinar entonces quiso decir el pretexto antes?) Se le formó un charco en los pantalones y entró a la oficina riéndose, tapándose y contando a diestra y siniestra que estaba 'cubierta en 'agua' de su hijo'. Gracias al cielo ella renunció hace unos meses. ¡Phew!"

—Stephanie, Lima

12. El jefe de película... de terror

"Mi jefe actual apesta a licor y su vocabulario habitual consiste 80% de palabras altisonantes. La semana pasaba me llamó (no en horas laborales) para decirme que no iba a poder pasarme sus comentarios acerca de un proyecto que había entregado porque *de momento* estaba en una casa de citas, y que 'por cierto', tal vez me pedía dinero prestado la semana próxima". #mátenme

—Elizabeth, Lima

13. El perro inocente

"Un día escuché a mi jefe nuevo reírse frenéticamente de la nada, después un ruido familiar proveniente del cuerpo humano y controlado por esfínteres.... y acto seguido de nuevo su risa frenética. El tipo se tiraba peos en su oficina, una práctica que se hizo habitual. Un día me llamó a su oficina, cuando de pronto el olor maldito llegó a mi nariz, y tuve que decirle: '¿Oye no te huele a peo?' El muy 'creativo' se volteó con su cara de yo no fui, miró a uno de los perros que frecuentaban la oficina y que justamente en ese momento estaba ahí, junto a él, y ¡dice que fue el perro! ¡Y encima lo sacó! No solo me quedé con los malos recuerdos de esos días que literal apestaban, sino que además él nunca asumió su culpa y el pobre perro fue el que quedó como culpable".


—Victor, Lima

Por algo el trabajo se llama "trabajo" y no "diversión", peeero por lo menos, gracias a que sí tienes trabajo, puedes divertirte y disfrutar de los mejores descuentos en restaurantes seleccionados por Gastón Acurio con la aplicación de Mundo Sueldo.

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