1. Tener que limpiar la sangre del asiento del escusado.
2. Y después encontrar sangre vieja DEBAJO del asiento del escusado después de limpiarlo...
3. ¡...o incluso en el piso!!
4. Manchar de sangre tus sábanas recién lavadas.
5. Sentarte en la mañana y sentir que sale un CHORRO DE SANGRE REPENTINO en tu ropa interior.
6. Tener que ponerte doble toalla sanitaria para evitar un derrame durante la noche.
7. El coágulo inesperado que te hace dudar si acaso te estás MURIENDO.
8. Diarrea menstrual en el trabajo/en público.
9. Ponerte un tampón y tener aún manchas de sangre porque estaba súper sangriento.
10. Sangre escurriendo en tus manos después de retirar el tampón.
11. La transpiración que acompaña a los cólicos.
12. Botar tu tampón en el piso por error y no tener un repuesto.
13. Abrir accidentalmente el lado del “aplicador“ de la envoltura y pensar, “¡demonios!“
14. La toalla sanitaria que se pega demasiado a tu ropa interior.
15. La toalla interior que se pega a tu vello púbico y/o pierna.
16. La sangre que se escurre desde tus sábanas hasta el colchón.
17. Descubrir que no hay un bote de basura en el baño público para tu tampón/toalla.
18. Tratar de cambiar tu copa menstrual en un baño público en un día con mucho flujo...O TRATAR DE CAMBIARTE LA COPA, PUNTO.
19. ¡Especialmente en un baño que compartes con alguien más!
20. Tratar de hacer origami para encontrar cómo meter la maldita copa menstrual en tu vagina.
21. ¡Forzar a que tu cuerpo haga popó cuando estás justo en el medio de tu periodo de estreñimiento!
22. La manera en que caminas cuando el tampón no está colocado correctamente...
23. ...y el enorme dolor de sacar un tampón seco.
24. Sentirte que estás chorreando sangre y sentir paranoia al creer que estás manchando tu asiento.
25. Y finalmente, el pequeño funeral que tienes cuando otro par de ropa interior se convierte en el par designado para cuando estás en tus días.
Este post fue traducido del inglés.