Cuando terminas la universidad, te sientes listo para salir al mundo.
Crees tener todas las habilidades necesarias.
Pronto todo encontrará su lugar.
Pero siguen diciéndote que tienes que comenzar tu "carrera".
Tu familia no entiende por qué todavía no lo has hecho.
Notas que tus amigos consiguen trabajo.
Y te preguntas si es hora de que hagas lo mismo.
Después de todo, últimamente has hecho cosas que parecen de adulto.
Así que decides conseguir trabajo.
¿Qué tan difícil puede ser?
Pero no sabes por dónde empezar.
Porque no tienes idea de lo que quieres hacer con tu vida.
Parece que nadie entiende por lo que estás pasando.
Comienzas a elaborar tu currículum, pero no estás muy seguro de que tus intereses sean viables.
O cuántas cosas incluir...
O cuán detallada es tu lista de habilidades...
Pides cartas de recomendación.
Incluso actualizas tu foto en LinkedIn.
Implica mucho más trabajo del que hubieras supuesto.
Cuando encuentras trabajo para el que tienes calificaciones, sientes que finalmente todo va dándose.
Pero es solo el comienzo.
Ahora tienes que escribir una carta de presentación.
¿Qué lleva una carta de presentación, por cierto?
¡Y exigen una prueba de aptitud!
Te preparas para la entrevista.
Pero es más difícil de lo que esperabas.
Estás casi seguro de que lo has arruinado.
La espera es una tortura.
El rechazo es aún peor.
El mercado laboral es más competitivo de lo que creías.
Te preguntas incluso si eres apto para tu puesto.
Tratas de mirar el lado positivo.
¡El desempleo tiene sus ventajas!
Te dan muchos consejos inútiles.
Tus padres piensan que deberías irte de casa por un tiempo.
Piensas en buscar a un cazatalentos.
¿O a un asesor personal?
Cualquier tipo de guía, de verdad.
Estás tan perdido.
Pero no dejarás que eso te decepcione.
Quizás debas tomar un camino diferente.
O hacer una pasantía en algún lugar que sea genial.
Después de todo, el dinero no lo es todo.
Las posibilidades son infinitas.
Tienes muchísimo tiempo para resolverlo.
