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    Te prometo que no tienes que perder peso para ser feliz

    Es totalmente posible.

    ¡Hola! Me llamo Kaye y he sido gorda toda mi condenada vida.

    Esta soy yo cuando era niña, con un suéter super chévere.

    Puede ser increíblemente difícil vivir en Norteamérica si eres gorda.

    Nos estigmatizan, nos maltratan, nos dicen que somos inútiles e indeseables, nos estereotipan como perezosas, estúpidas y poco higiénicas, nos dan una atención médica inadecuada y no nos brindan la decencia humana básica. A pesar de los ataques de los agresores físicos y virtuales, de casi todos los programa de televisión y películas que se han hecho y de casi todas las revistas de mujeres, estoy totalmente en paz con mi gordura.

    Sin embargo, llegar hasta este punto ha sido todo ~un viaje~. Y ese viaje fue más o menos así:

    1. Me deshice de la báscula.

    2. Y les pido a los médicos que no me digan cuánto peso.

    3. Me rodeo de gente que no me haga sentir como una mierda.

    Esto fue difícil porque muchos no nos damos cuenta de que hacemos que otras personas se sientan como una mierda, o de que lo hacemos porque nos sentimos como una mierda y no nos queremos sentir así. Entiendo que cada persona tiene su propia lucha, un largo recorrido, una carga que soportar, y una vida rica y plena y complicada y dolorosa como la mía. Y nunca en mi vida voy a ser amiga de alguien que me pregunta si nunca me voy a terminar de comer el pastel.

    4. Tengo muchos orgasmos.

    Endorfinas, familia. Endorfinas.

    Lo más importante: tengo la costumbre de permitirme buenos momentos porque creo que merezco sentirme bien.

    Dicen que las gordas no merecen sentirse bien porque sus cuerpos son asquerosos, inmorales y son símbolos de la gula y la pereza. El conjunto de supuestos sociales asociados con un cuerpo gordo son básicamente de indulgencia hasta el punto de pecar, y la única forma de expiar eso es a través del autocastigo y la autoflagelación.

    Pero, mira: tú mereces sentirte bien. Te mereces algo bueno, como una manta calentita o un globo en forma de unicornio o una camisa con la que te sientas invencible o ver Magic Mike XXL catorce veces en una semana y, sí, un orgasmo. Ninguna de nosotras merece vivir una vida cotidiana que sea como un castigo. Merecemos sentirnos bien. ¡Así es! ¡Los buenos momentos también son para ti!

    5. Nunca tengo sexo con alguien que trata mi cuerpo como un compromiso que tiene que asumir.

    6. Me niego a participar en los Juegos de la Ensalada.

    7. Hago ejercicio.

    8. A veces no hago ejercicio.

    Eso también está bien. No todos los días tienen que ser una loca carrera por un cuerpo más saludable. Cuando mi vida cambia, cambian mis hábitos. A menudo mi cuerpo cambia con ellos. Imagino que esto es un ciclo que continuará hasta que mi alma se libere de este cuerpo mortal y mi carne fertilice un árbol que plantarán sobre mi cadáver a petición mía.

    9. No cuento las calorías.

    10. Investigué mucho sobre las ciencias de la alimentación y la nutrición para entender cómo funciona la comida en mi cuerpo.

    11. Me esfuerzo mucho en ser amable conmigo misma cuando pienso en mi propio cuerpo.

    12. Trato de no comparar mi cuerpo con otros.

    13. Encontré una comunidad.

    14. A menudo me recuerdo que esto es un proceso.