1. Tu tiempo en la esterilla acaba por cambiar tu tiempo fuera de ella.
2. Te conviertes en una de ESAS personas que no paran de hablar de sus ejercicios.
3. Tienes TU equipamiento favorito.
4. Desarrollas músculos que ni siquiera sabías que tenías.
5. Usas cualquier espacio para practicar, no importa lo pequeño que sea.
6. Te das cuenta de que el sudor del yoga es muy, muy intenso.
7. Antes te daban miedo las inversiones, pero ahora ves lo satisfactorias y desafiantes que pueden ser.
8. Odias admitirlo pero a veces todavía te haces un lío con la correa.
9. Intentas hacer que todo el mundo pruebe el yoga, sólo una vez.
10. Nada te sienta mejor que una buena águila al final del día.
11. Pasas una buena parte de tu jornada laboral planteándote renunciar y estudiar para ser profesora de yoga.
12. Tu esterilla va a todos lados contigo, como un buen colega.
13. Perfeccionar tu vinyasa es uno de tus mayores objetivos.
14. Has conseguido dominar al fin el arte del equilibrio en la pose del árbol.
15. Tu colección de zapatos para clase y después de clase crece rápidamente.
16. Absolutamente nada evitará que te pongas con tus ejercicios de la mañana.
