Ir directo al contenido

    22 Confesiones sorprendentemente honestas de un veterinario

    Está bien muchachos, confiesen: ¿quién puso estos testículos de gato en mi taza?.

    1. Antes de que preguntes: sí, todos hemos puesto nuestras manos en el trasero de una vaca.

    2. A menudo terminamos recogiendo animales.

    3. Hacemos bastantes bromas para subir el ánimo.

    4. A veces nos hacen algunas preguntas realmente taradas.

    5. No podemos evitar cobrar, pero sí tratar de mantener los precios lo más justos posible.

    6. Aunque a menudo cobramos menos de lo que deberíamos para que puedas pagar el tratamiento necesario para tu mascota.

    7. Hacer dormir a un animal nunca, nunca se nos hace más fácil.

    8. No dejamos que eso se note, eso sí.

    9. Hay partes de nuestro trabajo que nos hacen cuestionar la carrera que elegimos.

    10. Y nos muerden y rasguñan a cada maldito rato.

    11. Sabemos cuándo estás distorsionando la realidad.

    12. Pero también es cierto que realmente intentamos no juzgarte.

    13. Viene bien el hecho de saber que tampoco somos perfectos.

    14. Sí que nos enojamos cuando vemos mascotas obesas, eso sí.

    15. Y a veces el dueño de una mascota realmente te sorprenderá.

    16. Nunca estamos realmente fuera de servicio.

    17. Y podemos, y lo hacemos, denunciar a los propietarios a la Sociedad Protectora de Animales.

    18. A veces nuestros clientes nos dicen cosas que van mucho más allá de nuestra competencia normal.

    19. Algunas de las cosas que tú haces nos hacen reír sin control.

    20. Y otras cosas son simplemente extrañas.

    21. En resumen, nuestros trabajos son como una montaña rusa: emocionales, ajetreados y agotadores.

    22. Pero, al fin y al cabo, tu gratitud nos mantiene trabajando.