Iniesta se mordió el labio inferior sin poder creer lo que estaba pasando.
Casillas no pudo esconder sus ojos tristones.
Y los jugadores en el banco también estaban agonizando.
Y ni hablar los que estaban en la cancha, todos tristes.
No había nada que pudiera cambiarle la cara al entrenador.
Casillas se tapó la cara con las manos.
Hasta que Casillas estaba tan pero tan triste que no dejó que nadie lo viera.