1.Desde el momento en que una amiga, compañera de trabajo o conocida se compromete hasta el día de su boda tienes asumido que has perdido una amiga, una compañera de trabajo o una conocida... pero has ganado una wedding planner.
2.El tema monopoliza tantísimo la conversación que llega un momento en el que te olvidas por completo que antes hablábais de otras cosas.
3.La futura novia tendrá todo el derecho del mundo a ponerse nerviosa, gritarte, responderte fatal y alterarse porque "es que las bodas producen muchísimo estrés" y, por lo visto, casarse y organizar una boda es algo a lo que la han debido obligar y no algo que haga voluntariamente.
4.De modo que cuando estés en la capilla a punto de escuchar el "sí, quiero" ya estarás hasta los ovarios de esa ceremonia y de la madre que los parió a todos.
5.Y es que, si eres una persona con una vida social más o menos activa, es posible que cuando empiece la temporada de bodas tu calendario no te dé un respiro.
6.Eso significa que tienes que utilizar días de tus vacaciones para ir alguna de esas bodas...
7....y que tengas que invertir una cantidad de dinero considerable en cada una de ellas, lo que te deja sin un duro para (¡adivinaste!) las verdaderas vacaciones.
8.Y es que si contamos el dinero de tu vestido/traje, transporte, alojamiento cuando la boda no es en tu ciudad y regalo... joder, una boda es una pasta para los novios pero para los invitados también.
9.A veces el gasto es tan grande que dan ganas de dar una tarjeta de este estilo.
10.Y todo esto si tenemos la gran suerte de que vamos a bodas de colegas... ¡las de familiares son muchísimo peor!
11.O, peor todavía, UNA BODA TEMÁTICA.
12.Porque admitámoslo, por mucho que para los novios seas un día "único y especial", para ti es simplemente otra boda más que se parece sospechosamente a las otras bodas en las que has estado.
