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23 señales que indican que antes trabajabas de camarero

Camarero una vez, camarero siempre.

1. No tienes rival en tu habilidad para llevar muchas cosas con una sola mano.

2. Recoges los platos en las fiestas sin pararte a pensar en ello.

3. Tienes unos reflejos tan rápidos que das MIEDO.

4. Y un sentido del equilibrio impecable.

5. Sigues comiendo como si hubiera alguna mesa esperando (enfadados) a que les traigan la cuenta.

6. Has criticado cómo está distribuido un restaurante o cómo te han servido cuando has salido a cenar con amigos de maneras extrañamente muy específicas.

7. Pero tus propinas nunca bajan del 20%.

8. Hablando de propinas, puedes calcular la cantidad adecuada en segundos.

9. Te horroriza que cuando comes con alguien esa persona chasquee los dedos para llamar la atención del camarero, que pida cambiar de mesa, que haga bromas sobre lo mala que estaba la comida, o que cometa algún otro típico crimen de restaurante.

10. Y amontonas todos tus platos y cubiertos sucios en una pila fácil de coger.

11. Eres fantástico charlando.

12. Eres un profesional cortando rodajas de limón.

13. Puedes ganar a cualquiera bebiendo.

14. Tienes un claro sentimiento de superioridad cuando alguien en tu trabajo actual, no relacionado con la comida, dice que está ocupado.

15.

16. En tus pesadillas aparecen secciones completas y cuentas que nunca se acaban.

17. Sueles (en voz alta y a veces de manera abrupta) avisar a la gente cuando estás detrás suyo.

18. Tienes un millón de estos escondidos en casa, en tu coche, quizás incluso en tu bolso.

19. Y si a alguien le cuesta abrir una botella de vino, sabes que es tu momento de LUCIRTE.

20. Te encanta tener la cartera repleta de billetes arrugados.

21. Nunca te has estresado del todo por cómo está el mercado de trabajo porque sabes que siempre podrás ir a parar a un restaurante.

22. Puede que tengas días por enfermedad pagados en tu trabajo actual, pero aún no acabas de entenderlos ni de fiarte.

23. Recuerdas tus días de camarero como un torbellino frenético, pero de vez en cuando aún lo echas de menos.