1.
Estar tan asustado que incluso estás considerando no subirte al avión y, luego, lograr superarlo.
2.
Llegar desde el aeropuerto a tu hotel y darte cuenta (incluso si te llevó recorrer un camino innecesariamente largo) que LO LOGRASTE.
3.
Hacer un itinerario que incluye SOLO los lugares a los que quieres ir y las actividades que quieres hacer.
4.
Y comer toda la comida que quieras.
5.
Darte cuenta que puedes cambiar tus planes en el mismo momento y nadie siquiera sabrá la diferencia.
6.
Y, luego, no tener que darle cuentas a nadie si sientes que has aflojado un poco esos planes.
7.
Hacer amigos en el bar, en el albergue o en la excursión.
8.
Dormirte tan tarde como lo desees.
9.
Observar gente en las grandes ciudades.
10.
Hacer listas de reproducción.
11.
No tener que esperar a alguien, en especial si la puntualidad es algo que te inquieta.
12.
Perder tu camino y luego encontrarlo de nuevo.
13.
Leer durante horas en rincones tranquilos y cafés.
14.
Perderte en tus pensamientos en medio de la nada.
15.
(Y hablando de estar en medio de la nada, ir de excursión solo puede ser abrumadoramente hermoso).
16.
Ir a los museos y realmente asimilar lo que estás viendo.
17.
Intentar hacer algo que normalmente te aterraría en tu vida cotidiana.
18.
Perseguir tus intereses más *excepcionales*.
19.
Darte cuenta que pasaste casi un día completo sin hablarle a nadie y sentirte sorprendentemente bien por ello.
20.
Llevar un diario de viaje.
21.
Llegar a conocerte a ti mismo de nuevas formas y descubrir exactamente de lo que eres capaz.
22.
Y luego partir con la sensación de que podrías CONQUISTAR EL MUNDO.