17 impactantes imágenes de Epecuén, el pueblo fantasma que fue devorado (y regurgitado) por las aguas

Era una próspera villa turística hasta que las aguas lo sepultaron. Más de 20 años después las aguas bajaron y esto es lo que quedó.

1. Ubicado a 500 kilómetros al sudoeste de la ciudad de Buenos Aires, Villa Lago Epecuén es un pueblo fantasma.

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Podria ser el set de una película postapocalíptica, pero es tristemente real.

2. Villa Lago Epecuén fue fundada en 1921, a orillas de la laguna del mismo nombre.

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El lugar está ubicado a 12 kilómetros de la ciudad de Carhué, en la Provincia de Buenos Aires.

3. El pueblo fue concebido como una villa turística y logró atraer hasta 25 mil veraneantes por temporada.

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Unas 1.500 personas vivían en Epecuén de forma permanente hasta mediados de los años 80.

4. Su atractivo eran las termas con agua de la laguna, que poseían numerosos beneficios para la salud.

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Las aguas del Lago Epecuén tienen una salinidad comparable a la del Mar Muerto y proveían alivio a personas con afecciones en su piel, huesos y articulaciones.

5. Pero a partir de 1980, el nivel de las aguas de la laguna comenzó a crecer unos 50 centímetros por año.

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Fue cinco años después de la construcción del Canal Ameghino, una obra hídrica que conectaba varias lagunas de la zona para regular su caudal, evitando que se secaran o que hubiera inundaciones. La obra se realizó en 1975, pero con el golpe de estado del año siguiente dejó de controlarse su funcionamiento.

6. Y en 1985, tras una fuerte tormenta, las aguas perforaron el terraplen de contención de la villa.

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7. En dos semanas, el pueblo quedó cubierto por las aguas.

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El agua creció a razón de un centímetro por día.

8. Todos los habitantes debieron dejar sus hogares y reubicarse en otros pueblos.

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Las casas del lugar llegaron a estar a 10 metros de profundidad.

9. Sin embargo, en 2009 las aguas comenzaron a bajar lentamente.

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10. El agua retrocedió hasta dejar casi todo el pueblo al descubierto, como se encuentra actualmente.

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11. Solo quedaron vestigios de lo que alguna vez fue una de las atracciones turísticas más pujantes de la provincia.

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Marcos de puertas y ventanas resisten en pié, a pesar de que el resto de las construcciones a las que pertenecían ya no está.

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La sal ayudó a conservar en un estado casi petrificado a los árboles.

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Esto era el tobogán de una piscina que ya no existe.

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Un edificio, mudo testigo de la desolación.

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Ruinas y más ruinas.

16. Y enormes edificios recuerdan un promisorio pasado que quedó trunco por la tragedia.

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Como el imponente Matadero diseñado por el famoso arquitecto Francisco Salamone.

17. Actualmente, en Epecuén vive un único y solitario habitante.

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Se llama Pablo Novak, y afirma ser un ex vecino del lugar. Aunque la periodista Josefina Licitra (autora de una investigación sobre el pueblo y su inundación), sostiene que es “un farsante”.