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    Visa al infierno: trabajan en Estados Unidos de forma legal, pero viven una pesadilla

    Una investigación de BuzzFeed News sobre el programa de visas H-2 revela muchos problemas de abuso y de explotación de los trabajadores migrantes.

    A los 26 años de edad, Marisela Valdez dejó sus hijos de 8 y 5 años con su madre en Sinaloa, México, y se subió a un minibus para viajar a los Estados Unidos por primera vez.

    Se fue llena de esperanzas de poder ganar dinero para terminar su educación, y se sentía contenta porque lo hacía con una visa que le permitía cruzar la frontera para trabajar legalmente en una planta procesadora de mariscos llamada L.T. West ubicado en Mamou, un pueblo remoto de Louisiana.

    El viaje fue largo, más de 2,400 kilometros, y cuando llegó en la noche estaba exhausta, pero no podía dormir.

    Valdez tenía miedo porque todo era nuevo y extraño, y, según ella, la vivienda proporcionada por el patrón estaba en mal estado, sucia y llena de insectos y ratones. Sin embargo, ella tenía esperanza. "Quería trabajar y quería ahorrar dinero y hacerlo de una manera legal para no tener que cruzar la frontera indocumentada," dijo Valdez.

    Una investigación de BuzzFeed News descubrió que más de 100 mil trabajadores de países como México, Guatemala, las Filipinas y Sudáfrica vienen a Estados Unidos cada año con visas H-2.

    La investigación descubrió que, en muchos casos, esos trabajadores sufren abusos económicos y serios maltratos. Algunos trabajadores no reciben el salario acordado, mientras que otros padecen amenazas, violencia y hasta abuso sexual. El problema se acentúa porque las visas están expedidas para trabajar en solo una empresa, y por lo tanto los trabajadores tienen poco poder para quejarse o para dejar el trabajo.

    Valdez, como las otras 20 mujeres en la misma planta, vino al país de manera legal, como parte de un programa especial del gobierno que permite a las empresas contratar a trabajadores extranjeros para empleos que no han sido ocupados por estadounidenses.

    El programa extiende visas denominadas H-2 a gente de diversos países que ocupan posiciones temporales en trabajos de mano de obra no calificada, como la limpieza de hoteles, la reforestación de parques nacionales, la recolección de fruta, el mantenimiento de parques y jardines o, como en el caso de Valdez, pelar cangrejos de río, conocidos allí como crawfish.

    Unas semanas después de empezar el trabajo en L.T. West, mientras iban de compras, Valdez y una compañera, Isy Gonzalez, conocieron a Trey y Travis Manuel, unos mellizos de la zona.

    No se entendieron perfectamente, pero acordaron en salir el próximo fin de semana. Cerca de la medianoche del sábado siguiente, cuando terminó el turno en la planta, los hermanos Manuel buscaron a las dos mexicanas para salir. Travis recuerda que ni bien las mujeres subieron a su auto, ellas empezaron a decir algo como "el patrón está enojado." Poco después, se dieron cuenta de que los estaba siguiendo en una camioneta.

    Trataron de perder de vista la camioneta cuando un patrullero los detuvo y un oficial de policía les pidió los documentos a los hermanos. Las mujeres comenzaron a llorar. Travis trató de calmarlas, y les aseguró que estaban en Estados Unidos.

    No hay forma de que se las lleven.

    Se equivocó. El hombre de la camioneta era el jefe de las mujeres, Craig West, un agricultor prominente de la zona, y según un informe policial del sargento Robert McGee, él dijo que Valdez y Gonzalez eran “dos de sus chicas".

    Luego pidió que las detenga: "asústalas."

    Según el informe policial, la policía trajo a las mujeres, que tenían veintipico, a la comisaría donde McGee les advirtió que nunca dejen el campo de West de nuevo o que podrían terminar muertas. Para enfatizar su postura, McGee hizo un gesto como si se cortara la garganta, las amenazó con una pistola eléctrica y les sugirió que podrían ser deportadas si vuelven a dejar la propiedad de West sin su permiso.

    Poco después de las dos de la madrugada, liberaron a las mujeres que tuvieron que volver a lo de West, un lugar donde, según dicen las mujeres y el gobierno mexicano, a los trabajadores se les quita sus pasaportes y se les pide que duerman en un remolque sucio, oloroso, lleno de insectos y ratones. Las mujeres dijeron haber estado prisioneras, obligadas a trabajar por poco dinero, y que eran a menudo acosadas por West, que les pedía que muestren sus pechos, y que les insistía que tener sexo con él era la única forma de salir de la pobreza.

    Para su investigación, BuzzFeed News accedió a documentos de la corte, bases de datos federales, y otros archivos del gobierno, además de conducir entrevistas con más que 80 trabajadores y empleadores.

    La investigación descubrió que muchos trabajadores coinciden en calificar sus experiencias con visas H-2 como historias de maltrato y abuso.

    En muchos casos, los trabajadores describieron sus experiencias dentro del programa como una pesadilla, algo muy parecido al esclavitud, donde el trabajador se siente encadenado al trabajo, sin posibilidad de mejorar el trato.

    “Vivimos donde trabajamos, y no podemos irnos,” dijo Olivia Guzman Garfias, que vino de Sinaloa a Louisiana con una visa H-2 por primera vez en 1997 y trabajó en la industria marisquera por más de 20 años.

    Estamos atados a las empresas. Nuestras visas están a nombre de las empresas. Si el pago y las condiciones laborales no son como queremos, ¿con quién nos quejamos? Somos como esclavos de hoy en día".

    La cantidad de visas H-2 aumentó un 50 por ciento en los últimos cinco años.

    Muchos trabajan 18 horas seguidas, con un pago menor al legal. Las condiciones son poco seguras, inhumanas o simplemente muy cansadoras.

    Es un sistema en el que mucha gente pobre y necesitada (que muchas veces termina endeudada por pagar una tarifa ilegal para obtener la visa en primer lugar) están aterrorizadas y no pueden hablar, y todo frente a los ojos del gobierno federal de Estados Unidos. Casi ningún empleador es castigado por estas violaciones a los derechos humanos y del trabajador. De hecho, muchos de ellos son recompensados con más visas H-2 y con lucrativos contratos gubernamentales.

    Aunque es fuera de la ley, los empleadores a veces ejercen un control adicional sobre los trabajadores al confiscar sus pasaportes, lo que reduce su capacidad de acción.

    Algunos empleadores incluso no los dejan recibir visitas, o monitorean sus correos electrónicos, les prohíben radios y diarios, e incluso los obligan a ir a iglesias en las que no creen.

    Algunas mujeres trabajadoras hablan de acoso sexual, a menudo con amenazas de que perderán su trabajo o de ser deportadas.

    BuzzFeed News identificó más de 800 trabajadores que en los últimos 10 años dijeron que sus pasaportes fueron confiscados, o que se los privó de libertad de movimiento. Algunos dijeron haber recibido amenazas a sus propias vidas o a la de sus familiares.

    Varios otros fueron ingresados a una lista negra por empleadores, y perdieron la oportunidad de tener trabajos que, por más miserables que fueran, les proporcionaban más dinero del que podrían ganar en sus propios países.

    “El problema no son solo algunos empleadores inescrupulosos. En vez de eso, es la estructura del programa de visado que permite un abuso y una explotación generalizados,” dice BuzzFeed News en la investigación.

    El Departamento de Trabajo de los Estados Unidos es el encargado de proteger al trabajador y de regular las visas de trabajo temporal. En un comunicado, dijo que las visas H-2 "son parte de un sistema de inmigración que tiene serias fallas, lo que contribuye a injusticias en las que los empleadores que explotan a trabajadores vulnerables socavan a aquellos que hacen las cosas bien."

    La misma agencia del gobierno dice que tiene solo 1,000 inspectores para monitorear todas los empresas en el país, un cupo de 135 millones de trabajadores, lo que hace muy difícil identificar los abusos cometidos contra los trabajadores migrantes. Sin embargo, el departamento de trabajo recuperó más de $2.6 millones de dólares en salarios debidos a aproximadamente 4,500 trabajadores H-2 durante el año 2014. En 82% de las investigaciones de empresas que utilizan ese tipo de visa, la agencia encontró violaciones a leyes que protegen los derechos del trabajador.

    "Pensamos que este programa va a cambiar nuestras vidas. Tenemos muchas ilusiones de cómo será", dijo Valdez. Y cuando no es así: "te desesperas mucho; sientes que no habrá más oportunidades". Luego de trabajar en L.T. West, Valdez y unas compañeras demandaron a la empresa y la ciudad de Mamou en la corte federal. Valdez se negó a hablar sobre el pleito.

    Hay personas que me han preguntado si puedo ayudarlos conseguir una visa. Dicen que ellos quieren venir, pero yo la verdad no me atrevo a recomendar a nadie.

    Este post está basado en la investigación de BuzzFeed News de Ken Bensinger, Jessica Garrison y Jeremy Singer-Vine.