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'Verónica' deja fuera a los hombres y estoy muy a favor

Los personajes masculinos de la película dicen 10 palabras en total.

Hace unos días, Paco Plaza le contaba a Público que Verónica, su última película, había sido “restringida” solo a los personajes femeninos por militancia feminista. “Los que contamos historias tenemos que ser conscientes de que no hay imágenes inocentes y de que los papeles que asignamos generan pautas de conducta”, decía. Y es muy importante que un director de cine reconocido y valorado se deje ver abiertamente como aliado, adapte sus trabajos a la lucha feminista y sea consciente de la importancia de los mensajes que transmite una película en una sociedad que absorbe estímulos contradictorios a diario. Es exactamente el papel que necesitamos que asuman los hombres en el feminismo: utilizar sus privilegios para reprender y corregir a sus colegas. Verónica será como una bofetada para todos los ajenos a la desigualdad de género, pero generará un debate cada vez más necesario.

Todavía no estamos acostumbradas a ver ciertas películas protagonizadas por mujeres, en las que se relata su visión, en las que poder sentirnos identificadas y cómodas entre sus fotogramas sin clichés ni sexismo. No estamos acostumbradas a ver personajes diversos escritos para nosotras, ni solemos sentir ese escalofrío que vivimos al ver Themyscira en el cine por primera vez. El hecho de que una película como Verónica ponga a las mujeres en el foco, y además lo haga conscientemente y con conocimiento de la desigualdad sistemática que sufrimos, es ganar una pequeña batalla en la lucha y un paso adelante para acabar con la demonización del feminismo en la cultura popular. Verónica (Sandra Escacena), su madre (Ana Torrent) y sus hermanas (Bruna González y Claudia Placer) son unas supervivientes de la feminización de la pobreza y los cuidados, y esa pincelada social en una película de un género aparentemente ajeno a esa temática hace mucho por su normalización.

“Tenemos hambre de representación, y no nos habíamos dado cuenta hasta que nos han empezado a dar de comer”.

Verónica rompe el tropo del “male by default”, donde los hombres son vistos como el género por defecto y las mujeres como una subcategoría especial a la que a veces le permiten salir a jugar. Y todavía tendremos que dar las gracias. Si hay un personaje potencial sin un género asignado, las posibilidades de que el puesto sea ocupado por un hombre son inmensas, al igual que en cualquier otro trabajo. Por eso hacen falta más películas que aumenten la presencia femenina, para que en el futuro no tengamos que preguntarle a los directores en todas las entrevistas por qué han tomado la decisión de no incluir hombres, cuando jamás se pregunta por lo contrario.

Los creadores empiezan a tomar esas decisiones porque no tener en cuenta esa desigualdad rampante es ponerse del lado del machismo y no asumir su responsabilidad como aliados. Wonder Woman, La seducción o Raw son algunas películas de este año (y se avecinan otras muchas), dirigidas y protagonizadas por mujeres, que nos están haciendo sentir integradas y orgullosas de lo que podemos conseguir a pesar de los obstáculos. Porque las cosas están cambiando. Estamos consumiendo cultura en masa, analizando cada nuevo título desde la perspectiva feminista, denunciando más que nunca cada injusticia, abriéndonos paso para reivindicar de una vez por todas la porción de tarta que nos corresponde. Tenemos hambre de representación, y no nos habíamos dado cuenta hasta que nos han empezado a dar de comer.

En Verónica, la moraleja que se extrae no gira en torno a una figura masculina de poder, ni sexualiza a una adolescente en proceso de autodescubrimiento, ni trata a sus personajes desde la superioridad moral o el paternalismo. El viaje de la protagonista hacia la vida adulta, asumiendo el control de cosas que aún le quedan muy grandes, le tiende una mano a la sororidad y al hermanamiento entre mujeres que se abrazan para afrontar los envites de una sociedad depredadora para ellas. ¿Ouijas, fantasmas, monstruos? Bring it on, que mientras estemos juntas podemos con todo.