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Esto es así.
En realidad el Solero no está mal, pero no tiene carisma. No es el helado favorito de nadie.
No es el mejor formato, pero al menos tienen palo y, mira, puedes compartir sin que te babeen el helado.
Otra opción para los que no arriesgan. Meh. Hace 20 años igual sorprendía.
Otro clásico. El efecto "galleta reblandecida que sabe a hielo" tiene su aquel.
Mezcla de los dos anteriores. Difícil –bueno, imposible– de comer sin pringarse. Gana puntos porque se ha convertido en un meme.
Otro de los helados que son un poco como la Transición. En su momento estaban guay, pero ahora te preguntas si no se podían haber hecho mejor. Y le meten de repente nuevos sabores y rellenos como para modernizar, pero es lo mismo.
Eso, uno de los nuevos partidos. Es un poco tarta de queso, aunque en la foto parece un sello de cera en plan de la Edad Media o de ahora, pero de una sociedad secreta del Vaticano.
Este no lo he probado porque no sabía que existía, pero de entrada me llama porque parece asquicioso con su textura GELATINOSA. En el mercado del helado a veces hay que jugar a ser Dios.
Este también tiene sus años, pero porque es de cuando las cosas se hacían bien, para durar.
¡Es como un lápiz! ¡Pero se come!
El sabor sandía está poco explorado en el sector del helado y es uno de los reproches que debemos hacernos como sociedad. Además, las pepitas son de CHOCOLATE. Ahí, buscando el contraste. Bien.
Le da mil vueltas al Maxibon de ABURRIMIENTO.
Aquí Kalise adelanta a Frigo y Nestlé por la derecha con un helado de turrón. Ahora falta que se atrevan con el pistacho.
Limón > cualquier otro helado de bola.
No necesita presentación.
Está que flipas. Y, además, sirve para cerrar un debate: si tan bueno está el Cola Cao, ¿por qué no tiene helado? JAQUE MATE.
Ahora se llama Bazooka, pero esto es el Pirulo Tropical de toda la vida. El único problema que tiene es que pringa demasiado.
Es un poco como el pirulo, pero está más rico y el palo es más largo, lo que permite librarse un poco del pringue.
De los pocos polos que quedan y hay cosas que no podemos perder.
Limón, cola y CHOCOLATE. BUM. Te vuela la cabeza, chaval. Esto lo hacen en el Celler de Can Roca y te lo venden por 25 euros.
En un momento dado, alguien decidió contratar a la persona que le ponía otra hoja a las cuchillas de afeitar y aplicó su revolucionaria técnica a los Magnum. Y esa persona era nada más y nada menos que Albert Einstein.
Misma idea, pero distinto formato: en lugar de meter capas le meten chorretones por dentro. Y esto es mejor, porque las capas se terminan cayendo (que, vale, si no hay nadie las coges del suelo y te las comes igual, pero si hay gente a veces te tienes que cortar).
Tiene el factor frescor, el factor deliciosidad, el factor poco pringue y, además, el factor "esto lo voy a picar y lo voy a mezclar con vodka o ginebra". No se le puede pedir más. Pero los diez primeros segundos en los que no hay forma humana de que salga son muy frustrantes.
Tocamos el cielo muy pronto y tal vez eso nos pase factura, pero disfrutémoslo mientras podamos.