Estaba yo el otro día tan tranquilo cuando, de repente, me empezó a vibrar el móvil como si estuviese colisionando hadrones en el bolsillo.
Siete horas después, tras comentar que una amiga se casa, presenciar una discusión sobre Pablo Iglesias y recordar rencores del viaje de fin de curso, ya teníamos decidido uno de los regalos. Faltaba decidir quién lo compraría y aquí es donde entré en acción: dije que yo lo haría.
Lo importante: al elegir el método de envío vi que podía recogerlo en tienda y su código postal ME SONABA DE ALGO.
«Ah, mira, pues voy y así lo tengo a tiempo seguro», díjeme y salí de la página sin cancelar el pedido. Y hete aquí que pronto me llegó este mail.
¡Pero eso no es todo! Como encima soy un vago y no fui ese día a por el regalo...
Así que, eso, si vas a comprar algo y no tienes prisa, prueba a dejar el producto en el carrito sin completar la compra y mira la carpeta de spam al día siguiente.