11 Juegos de mesa que todo argentino que creció en los 90 tuvo o quiso tener

Los momentos lúdicos dejan su marca indeleble en la vida de todas las personas.

1. Teg.

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Partidos interminables, noches largas, sueños de poder con un solo objetivo: conquistar al mundo.

2. Pictionary.

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Diversión asegurada. Cuanto menos talento para dibujar, más divertido era. Las dificultades prometían más risas: ojos cerrados o no levantar el lápiz convertían el desafío en un imposible.

3. Scrabble.

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Un desafío para la imaginación. “Supercalifragilisticoespialidoso” bien podría consagrar al jugador.

4. Juego de la vida.

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La sensación era que, si no te lo compraban, estaban arruinando tu infancia. El sonido de la rueda que determinaba la jugada de cada participante aún resuena en adultas cabezas.

5. Estanciero.

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100% argento. Basado en provincias argentinas, convertía a los jugadores en acaudalados propietarios.

6. Batalla Naval.

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No es que genere adrenalina ni diversión ininterrumpida. Sin embargo, en un día de lluvia, hundir una nave era un buen plan.

7. Juego de la Oca.

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Habían tantas presentaciones como presupuesto disponible. Desde un tablero de papel hasta el más producido de madera recorrieron las mesas argentinas, entre dados y fichas.

8. Ludo Matic.

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Estudios realizados por la “Universidad de No-Confíes-En-Este-Dato” aseguran que volver a presionar la cápsula de los dados devuelve más vida que las piedras de “Cocoon”.

9. Quién es quién.

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Llegaba un momento en que memorizabas cada uno de esos rostros. Pero jugarlo, igual, generaba una adicción aún más fuerte que las harinas.

10. Jenga.

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Tuvo años de esplendor, auge total. Gerardo Sofovich lo llevó a su programa y nadie quiso dejar de mostrar su talento para mover las pequeñas piezas de madera.

11. Twister.

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Prohibido para mayores de 30. Si intentás una de esas posiciones después de las tres décadas, es probable que no vuelvas a moverte nunca más.