Después de lucir tu pixie por un tiempo, quizás decidas que echas un poco de menos la opción de la coleta.
No hay problema, sólo dejarás que tu pelo crezca.
Buscas los intentos de otras personas en Internet y esperas ser una de esas personas a las que el pelo les crece con gracia naturalmente.
Pero ya sabes que no eres una de ellas.
Al principio no está tan mal.
Y luego llega a ese punto a mitad de tu oreja.
No es un pixie, no es todavía un bob.
En otras palabras, es un corte champiñón.
Y es lo peor.
Esta fase dura para siempre, y más que nada tu única opción es compensarlo con una diadema decorativa.
Pero las diademas provocan los peores dolores de cabeza.
Pruebas con los gorros.
Casi te convences a ti misma de que llevar peluca no te hará parecer una loca.
Piensas que tendrás que cortarlo y vivir con un pixie para siempre.
Entonces un día te despiertas y...
¡HAS CONSEGUIDO EL BOB!
¡Y te sientes INCREÍBLE!
Esta fase dura alrededor de una semana y después te quedas atrapada con algún corte de pelo sin nombre a medio camino entre el bob y el pelo a punto de tocar tus hombros.
Te has abastecido con todas las horquillas posibles.
PIERDES todas las horquillas y básicamente acabas dando el diezmo de tu sueldo a fabricantes de horquillas.
Tu flequillo NO está a la altura del resto de tu pelo.
Y te niegas a cortarlo para que coincida, porque eso sería admitir la derrota.
Te sentirás como si tu raro pelo afectase a cómo se ve toda tu cara.
Pero nada hará que crezca más rápido.
Esperarás.
Y lo odiarás.
Te sentirás violenta con todas esas famosas que hacen que dejar crecer el pelo parezca tan fácil.
Y lucharás cada mañana, con la boca llena de horquillas, intentando pensar en qué demonios hacer con tu pelo.
Empezarás a ahorrar para extensiones, pero entonces querrás una cerveza.
Quizá te sentirás como si todo en lo que piense el resto es en lo horrible que está tu pelo.
Pero en algún momento, este desastre va a llegar a tus hombros.
Y el momento en el que ese bob te sentó tan increíblemente no es nada comparado con ahora.
Convertirás esa melena es un moño desordenado como si fuera tu trabajo.
Y ya verás cuánto tiempo tardas en cortarla otra vez.
