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La loca del ático: dónde encontrar al personaje más outsider de la novela victoriana

Posiblemente, uno de los arquetipos más fascinantes de la literatura.

El personaje tristemente conocido como "loca del ático" o "loca del desván" aparece casi como arquetipo en numerosas novelas de la época victoriana y posteriores. Quizás la más célebre de todas las locas sea Bertha Mason, la mujer que vive encerrada en el desván de la magnífica mansión de Edward Rochester, a la que más adelante llegará como institutriz la heroína romántica Jane Eyre.

Pero Bertha no es la única loca que vive en las alturas. A lo largo de la literatura encontramos a muchísimas locas encerradas entre los muros de su propia locura. Tanto es así, que las investigadoras Sandra Gilbert y Susan Gubar identificaron el personaje y desarrollaron sobre este el ensayo feminista 'Madwoman in the Attic: The Woman Writer and the Nineteenth-Century Literary Imagination'. En este ensayo explican a la loca del ático como ejercicio catártico de todas estas autoras, que utilizaban a la loca para poder ilustrar rasgos de locura, pasión desatada, furia animal, frustraciones cotidianas o falta de sentido vital sin ser tachadas ellas mismas de histéricas. Mediante el uso de las locas, las escritoras podían dar rienda suelta a las más salvajes fantasías de liberación que la mujer victoriana no podía permitirse.

La loca del ático es, según Gilbert y Gubar, una manera que tenían todas estas autoras de separar el yo angelical (la mujer que consigue casarse y formar un hogar) de su yo diabólico (aquella que desafía todas las estructuras de poder y le planta cara al sistema y que, precisamente por ello, termina encerrada en una habitación).

Algo que siempre me ha interesado de estos personajes es la fina línea que, en el fondo, las separa de convertirse en las heroínas o las protagonistas de todas estas novelas. Emma Bovary o Anna Karenina podrían ser perfectamente locas del desván, pues ellas también eran mujeres cuyos sueños eran demasiado grandes para caber en unos muros tan estrechos como los del terreno de lo doméstico, y también sufrían muchísimo por ello. La diferencia es que de ellas contaron su vida y nos permitieron comprenderlas, tanto es así, que entiendes sus travesías mentales a pesar de que estas tengan como estación final el suicidio. Lo único que diferencia a una outisder como la loca del ático de una protagonista-outsider es que a estas últimas les dieron voz y, gracias a ello, nos permitieron empatizar con sus problemas.

Las locas del ático también son un reflejo de cómo la sociedad entendía la salud mental de las mujeres. Era habitual en aquel periodo que la histeria fuera el diagnóstico para cualquier tipo de malestar femenino: esto incluía jaquecas, insomnio, desfallecimientos o pérdida del apetito, pero también otra serie de "dolencias" tan poco concretas como irritabilidad o "tendencia a causar problemas". Y, como podréis imaginar, en este periodo el diagnostico estaba sujeto a las opiniones de los maridos y de los médicos, generalmente varones. La salud mental de las mujeres, todavía a día de hoy terreno de fango en cuanto a diagnósticos y tratamientos, era en la época todo un enigma que podía solucionarse con largas vacaciones en balnearios o con encierros de por vida.

¿Cuántas locas del ático habrá habido a lo largo de la historia? Posiblemente miles de ellas. ¿Cuántas de ellas estarían locas de verdad? ¿Y cuántas otras serían sencillamente mujeres rebeldes, insumisas, incomprendidas, subversivas y desobedientes a las que, en un afán por controlarlas, a la sociedad solo se le ocurrió encerrarlas en cuatro paredes? Seguro que muchísimas más.

Pero del mismo modo que un pájaro no pierde las alas aunque le encierren en una jaula, la loca del ático no deja de ser una persona plena porque la encierren en un cuarto. Las locas del ático merecen su reconocimiento, pues ya conocemos las cuatro paredes que encierran sus cuerpos pero nos encantaría conocer lo que hay dentro de las paredes que encierran su mente.


Si te interesa conocer mejor a la loca del ático, te dejamos una serie de recomendaciones literarias imprescindibles:

'Jane Eyre' de Charlote Brönte. Una de las novelas victorianas por excelencia, en la que 'Jane Eyre' llega como institutriz a una mansión para hacerse cargo de una niña tutelada por el señor Rochester. La joven institutriz y el adinerado señor Rochester comenzarán, poco a poco, a caer en las redes del amor, mientras una misteriosa presencia genera un ambiente de inquietud en este paraíso de los enamorados. Os imaginaréis quién es esta presencia. Bertha Mason, la loca del ático, pasa de ser un sentimiento de incertidumbre a una realidad, que arroja nueva luz sobre los habitantes de la mansión y sobre su pasado.

'Ancho mar de los Sargazos' de Jean Rhys. Esta novela, publicada en 1966, es una deliciosa precuela de Jane Eyre. La escritora, fascinada con el personaje de la loca del ático, decide darle voz y entidad propia, de modo que explica la vida de Bertha Mason antes de convertirse en el aterrador ser del desván. La novela nos llevará a responder a una pregunta clave que jamás encuentra respuesta en 'Jane Eyre': ¿qué lleva a una mujer a perder la cordura?

'Un susurro en la oscuridad' de Louisa May Alcott. Aunque pasase a la historia por sus encantadoras 'Mujercitas', Louisa May Alcott también tuvo tiempo suficiente para encerrar a locas en el desván. Quizás lo interesante de esta novela de tintes góticos es que la protagonista es, al mismo tiempo, la loca del ático. La historia, que tiene todos los ingredientes de una buena novela de la época, como romance y las relaciones sociales y familiares, se desarrolla mientras nuestra protagonista se encuentra encerrada en una habitación bajo un estricto control médico.

'La dama de blanco' de Wilkie Collins. Esta novela epistolar, publicada originariamente en la revista que fundó Charles Dickens en 1859, se considera una de las primeras novelas de misterio de todos los tiempos. La loca del ático es, en este caso, la mujer que da titulo a la novela: una presencia fantasmagórica de la que nadie conoce absolutamente nada.

'El papel pintado de amarillo' de Charlotte Perkins Gilman. En 1892, Perkins decide que la loca del ático sea quien cuente su propia historia. El papel pintado de amarillo es lo único que tiene a la vista nuestra protagonista, una mujer a quien su familia ha encerrado para hacer una cura de reposo para salir de la depresión. Como explicábamos al principio, a estas locas del ático tan solo hay que darles voz.