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'Ideología de género' es lo que ya sufren vuestros hijos, lo otro es libertad

El centro católico concertado Juan Pablo II de Alcorcón será investigado por la Comunidad de Madrid por impartir clases de ganchillo solo para niñas y visitas al Bernabeu para los niños.

El colegio católico concertado Juan Pablo II de Alcorcón vuelve a ser noticia. O a dar la nota. Ya sucedió el pasado septiembre, cuando su director publicó una carta de bienvenida al nuevo curso escolar con contenido homófobo. En ella, arremetía contra la ley aprobada en Madrid contra la LGTBfobia, una norma para luchar contra la discriminación por diversidad sexual o de género, llegando incluso a compararla con los atentados en Niza o el asesinato en Francia del sacerdote Jacques Hamel; “el parecido con el fanatismo terrorista es inquietante”, escribía el director, que en todo momento se refería a esta ley como "Ley de ideología de género". El director fue multado por la Comunidad de Madrid en diciembre.

Decíamos que el Juan Pablo II volvía a ser noticia. Esta vez por recibir denuncias de prácticas sexistas en sus actividades extraescolares. Según informaban desde la Cadena SER, en este centro (uno de los 18 centros educativos subvencionados en la Comunidad de Madrid que segregan sus aulas por sexo) se ofrece un taller de ganchillo exclusivo para niñas. Las excursiones una vez llegados a Secundaria también se diferencian por sexo: las chicas van de visita a un comedor social, los chicos van de visita al Bernabéu. La Comunidad de Madrid tiene previsto investigar estas prácticas después de las vacaciones de Semana Santa.

Forma parte de una narrativa común esto de bautizar cualquier atisbo de diversidad como ideología de género. La utiliza el colegio de Alcorcón, la utiliza la parte más conservadora de la Iglesia, la utiliza el lobby ultracatólico Hazte Oír. El lenguaje no es caprichoso y resulta espeluznante observar cómo determinados sectores, que acostumbran a ser los más intransigentes y prohibitivos con las libertades de grupos históricamente oprimidos, se apropian de las consignas y proclamas antaño utilizadas por las víctimas.

Resulta curiosa la terminología utilizada para la queja que esgrimen a boca llena los que defienden este tipo de pensamiento: ideología de género, dictadura de género, la era de lo políticamente correcto, las feminazis, discriminación a la familia tradicional. Resulta curioso que tiren de palabras que recuerdan constantemente a un régimen dictatorial para criticar una diversidad de pensamiento que precisamente rompe con el que antes era el único aceptable y respetado. Resulta especialmente curioso que un colegio que segrega a los alumnos por sexo y condiciona a sus estudiantes, desde bien pequeñitos, a adaptarse a los roles tradicionales para hombres y mujeres hable de "ideología de género", como si enseñar que hombres y mujeres somos diferentes y cada uno de nosotros tiene un papel distinto que desempeñar en la sociedad (ellos deportistas, ellas cuidadoras) no fuese precisamente la ideología de género imperante en nuestra sociedad.


Según la Real Academia de la Lengua, ideología es un conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época. Según esta definición, no creo que una ideología de género sea lo que esté por venir, es precisamente el mundo en el que vivimos actualmente.

Ideología de género es que nada más nacer vistan a las niñas de rosa y a los niños de azul, es que las niñas jueguen a ser mamás con muñecos y los niños jueguen con coches, es que las niñas tengan que ser dulces y cariñosas y los niños deban ser fuertes, que las niñas sean regañadas cuando son brutas y desastradas, que a los niños les llamen "nenaza" si lloran con frecuencia, que las niñas jueguen a las cocinitas en un rincón del patio de recreo mientras los niños ocupan la mayoría del espacio con sus improvisados campeonatos de fútbol no mixtos, que las niñas vayan a gimnasia rítmica y los niños practiquen kárate o que las niñas sean princesas y ellos sean aventureros.

Si algo desestructura y resquebraja el modelo que lleva años manteniéndose como símbolo de lo único aceptable no puede calificarse de ideología de género, sino de ruptura con el poder establecido. De libertad.