Después de lucir tu pixie por un tiempo, quizás decidas que echas un poco de menos la opción de la coleta.
No hay problema, sólo dejarás que tu pelo crezca.
Buscas los intentos de otras personas en Internet y esperas ser una de esas personas a las que el pelo les crece con gracia naturalmente.
Pero ya sabes que no eres una de ellas.
Al principio no está tan mal.
Y luego llega a ese punto a mitad de tu oreja.
No es un pixie, no es todavía un bob.
En otras palabras, es un corte champiñón.
Y es lo peor.
Esta fase dura para siempre, y más que nada tu única opción es compensarlo con una diadema decorativa.
Pero las diademas provocan los peores dolores de cabeza.
Pruebas con los gorros.
Casi te convences a ti misma de que llevar peluca no te hará parecer una loca.
Piensas que tendrás que cortarlo y vivir con un pixie para siempre.
Entonces un día te despiertas y...
¡HAS CONSEGUIDO EL BOB!
¡Y te sientes INCREÍBLE!
Esta fase dura alrededor de una semana y después te quedas atrapada con algún corte de pelo sin nombre a medio camino entre el bob y el pelo a punto de tocar tus hombros.