La Marcha del Silencio demostró que miles de jóvenes están hartos de la violencia en México

    Más seguridad en las escuelas, fin a los grupos porriles, castigo a los acosadores y justicia para las familias de los asesinados fueron las exigencias de 23 mil personas que protestaron en la CDMX.

    Una gran parte de las heridas de México tuvieron representación hoy en la Marcha del Silencio: los que sobrevivieron a la masacre del 68, los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, las víctimas de agresiones sexuales, los familiares de las mujeres asesinadas, los jóvenes intimidados por los porros, los que se les ha negado la educación gratuita, quienes defienden la tierra, los damnificados de los sismos y los que viven la inseguridad de este país cada que salen a sus escuelas.

    Una joven durante la caminata al Zócalo hizo una llamada avisando que ya había activado en su teléfono su ubicación en tiempo real. No es causalidad que decenas de carteles señalaran la posibilidad latente de ser joven y desaparecer en México.

    “Tras esta marcha hay más que protesta, tras esta marcha hay ideales y son a prueba de balas”, “Prefiero morir luchando a vivir con miedo”, “Ni UNAMás”, “El silencio no significa ceder” y "Ser estudiante en México es más peligroso que ser delincuente”, fueron algunas pancartas que se observaron por el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México este jueves 13 de septiembre, exactamente 50 años después de que otro grupo numeroso de estudiantes se manifestara silenciosamente por la misma ruta, exigiendo un alto a la violencia.

    Al inicio y al final la protesta fue ruidosa: porras, gritos, batucadas, altavoces, aplausos y trompetas, pero durante el trayecto por el Paseo de la Reforma se respetó el acuerdo del silencio, interrumpido por la cotidianidad de la ciudad y por un helicóptero que no dejó de seguir la protesta.

    Marcharon contingentes de las escuelas públicas: UNAM, IPN, UAM, UACM, ENAH y sus divisiones.

    A gritos de “¡Educación privada que se vaya a la chingada!” los estudiantes del CCH Azcapotzalco encabezaron por segunda vez esta protesta del movimiento estudiantil que estalló el 3 de septiembre, cuando dos estudiantes fueron acuchillados y mutilados en plena Rectoría. Ese día los alumnos del norte de la ciudad protestaban en Ciudad Universitaria para exigir seguridad y mejores condiciones para estudiar.

    Al final de esta marcha pacífica se convocó a dos nuevas protestas simbólicas en la historia de México: el 26 de septiembre por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y el 2 de octubre por la masacre de Tlatelolco.

    “¡La educación no es un privilegio, es un derecho!”, sostuvo una madre minutos posteriores de que se anunciaran estas convocatorias.

    Casi cuatro horas después de haber partido del Museo Nacional de Antropología, los 23 mil manifestantes, entre los que también había maestros y padres de familia, llegaron a la plancha del Zócalo. Ahí, los representantes de cada comité pronunciaron palabras para reprochar la falta de interés de las autoridades educativas en la seguridad de los estudiantes. Casi como una muestra de lo que ocurre en todo el país.

    La primera versión de este artículo aseguraba que el número de manifestantes era 10 mil, más tarde el Gobierno de la Ciudad de México lo actualizó a 23 mil.