Esta mujer fue obligada a ser porra cuando iba en el CCH Azcapotzalco

    Cuando era parte de un grupo porril, a Irasema la golpearon otras mujeres y la obligaron a cargar mochilas con petardos.

    Irasema tenía 15 años cuando entró al turno vespertino del CCH Azcapotzalco. En la primera semana de clases conoció a "El Pollo", quien la introdujo en el mundo porril.

    La manera en la que él se acercó a ella fue criticando las clases de una profesora, luego la invitó a las jardineras del edificio N donde le presentó a sus amigos. En ese momento, ellos negaron ser porros.

    Cuando "El Pollo" se enteró que Irasema diario pagaba un taxi al salir de clases para no tener que caminar sola de noche, le ofreció que se juntara con él y sus amigos para irse “en bola” al Metro Rosario.

    “En la salida se reunieron y soltaron goyas. En ese momento supe que eran porros”, dijo la mujer a Buzzfeed News México.

    Al siguiente día, Irasema le reclamó al "Pollo" por no admitir que eran porros, él la llevó con el dirigente.

    “En cuanto me vio, se echó a reír. ‘¿Qué vas a hacer? ya estás más adentro que afuera, si quieres salir, todos te vamos a pasar por fila (golpear) y tienes que darnos baro’”, narró.

    A Irasema le pidieron 1,800 pesos para dejarla tranquila, pero no se atrevió a contarle a sus papás que los porros la estaban extorsionando así que decidió convivir con ellos.

    “Perdíamos el tiempo en las jardineras del edificio N, perdíamos clases, fumábamos. Una genuina pérdida de tiempo porque ya no recuerdo en qué se me pasaron las semanas en la jardinera. Lo que recuerdo eran las salidas: nos íbamos a otras prepas, cargaba petardos en la mochila”, recordó.

    Los viernes, aseguró, llegaban camiones que trasladaban a los porros a fiestas masivas en bodegas abandonadas cerca de la estación del Metro Cuatro Caminos.

    "Me daba un montón de miedo porque nunca nos decían a dónde nos iban a llevar, nada más recuerdo que veía Cuatro Caminos y el camión subía un montecito y luego bajaba. No sabía a qué hora iba a regresar ni dónde estaba, regresábamos en los camiones a la terminal de Rosario", dijo la mujer, quien actualmente tiene 28 años y se dedica al marketing.

    Además vivió un par de peleas violentas de los porros de su escuela contra otra preparatoria; una vez vio que un petardo hirió a un joven en la pierna. A ella, un grupo de mujeres la puso contra una pared en un salón y la patearon en las nalgas y la espalda una por una.

    "Después de ese incidente me escondía en la biblioteca todo el día, pues era un lugar al que nunca se acercaban". El siguiente semestre pudo dejar de ser porra porque "El Pollo" se volvió dirigente y, al parecer, dio instrucciones para que la dejaran en paz.

    El grupo al que Irasema perteneció está reconocido como uno de los 40 grupos porriles que aún operan en la UNAM, según esta investigación de Excélsior.

    El lunes 3 de septiembre un grupo porril conformado por distintas escuelas de la UNAM atacó en la explanada de Rectoría a alumnos que se manifestaban pacíficamente por mejores condiciones estudiantiles. Dos jóvenes resultaron gravemente heridos y requirieron cirugías.

    Por ello, una de las exigencias de la mega marcha ocurrida ayer en Ciudad Universitaria fue que, precisamente, se acabe el porrismo en las preparatorias y facultades de la Ciudad de México. Pues desde hace décadas se ha documentado que son grupos de choque violentos, financiados por partidos políticos para manejar intereses y como una forma de controlar corrientes opositoras que puedan surgir en los planteles.

    Incluso, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador prometió esta tarde que acabaría con este problema en cuanto entre en funciones.

    La cultura del porrismo, sin embargo, tiene una fuerte presencia en la Ciudad de México y es venerada en grupos de Facebook, con miles de seguidores, blogs y canales de Youtube. Hay páginas en internet que anuncian concursos de belleza entre porras o venden playeras, canciones que enaltecen la violencia de estos grupos y fotogalerías que celebran los jerseys ensangrentados, éstos son el uniforme de los porros y, según Irasema, simbolizan la dedicación que los miembros le tienen a los grupos.

    En páginas como Mercado Libre se ofertan jerseys porriles, también conocidos como yerkos o trapos, hasta por 1,500 pesos.

    Después de 13 años de haber vivido esta experiencia, Irasema decidió contar su historia a través de las redes sociales por la coyuntura que se vive actualmente entre los estudiantes y tras la explosión del hashtag #FueraPorrosdelaUNAM. Además, siente que tal vez ahora con las protestas y este naciente movimiento estudiantil la violencia de los grupos porriles llegue a su fin. En su momento, ella aseguró que no pudo negarse a ser parte de esto por miedo a ser golpeada.

    "Tan difícil que es ingresar a la UNAM para que cada año cientos de chicos deserten por un clima de violencia. Todos merecemos seguridad y estudio digno".