Porqué hay que parar la construcción del NAICM

    Opinión: Cuando hablamos del NAICM y lo que nos va a costar, no sólo debemos hablar de dinero. Si no tomamos en cuenta los daños medioambientales irreversibles, nos estamos dando un tiro en el pie como ciudad.

    Cuando se habla del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, mucho se argumenta en términos económicos absolutamente reduccionistas: que si el costo de cancelarlo es muy alto, que si nos vamos a ver mal a nivel internacional, que si Santa Lucía costaría más dinero, etc. Sin embargo, a pesar de múltiples denuncias y reportajes, se ha subestimado el impacto ambiental que éste pueda tener y los efectos directos que tendrá sobre nosotros.

    El NAICM en Texcoco no es una mina, pero no por eso está libre de efectos nocivos para la población del Valle de México. Aumento de inundaciones, empeoramiento de la calidad del aire, agudización del desabasto de agua, aumento de la temperatura en las zonas aledañas al NAICM y ecocidio del ecosistema en el Lago Nabor Carrillo son sólo algunas de las consecuencias que especialistas han señalado en múltiples ocasiones. Y es que la construcción del NAICM afecta directamente la viabilidad de nuestra ciudad que de por sí va directo hacia el abismo en términos de sustentabilidad hídrica. ¿A qué me refiero con esto?

    Lago Nabor Carrillo, Texcoco.

    La Ciudad de México obtiene agua de tres fuentes principales: 1) aguas sub­terráneas -mantos acuíferos-, 2) el sistema Lerma-Cut­zamala (que trae agua de otros estados a un costo altísimo) y 3) del Río Magdalena. De las tres, la principal sigue siendo el agua que extraemos del subsuelo de la ciudad. Y la extraemos a un ritmo acelerado, básicamente al doble del ritmo que los mantos acuíferos se pueden recargar de agua. A esto se suma que cada año demandamos más agua y los mantos se recargan menos. Por otra parte, traer agua de otros lados tiene sus retos. Primero, su costo: el sistema Cutzamala consume actualmente la misma energía que la ciudad de Puebla. Segundo, que implica quitar agua a otras poblaciones para surtir agua al Valle de México.

    La construcción del NAICM, los desarrollos inmobiliarios que se pretenden construir alrededor del mismo, así como la desecación que se busca hacer en el Lago Nabor Carrillo, implicarían reducir todavía más la capacidad de recarga del subsuelo de la ciudad. No hay medidas de mitigación suficientes para compensar esos impactos. ¿Cuánto dinero vale quedarnos sin agua?. Sin ella, sencillamente, no hay ciudad.

    Hace unas semanas AMLO estuvo en B.C.S., ante la exigencia popular de detener el nuevo intento de construir la minería en la Sierra de la Laguna respondió que se sometería a consulta para que el pueblo decidiera. La gente, que lleva años rechazando este proyecto, se fue inconforme con la respuesta.

    Anteriormente escribí sobre la consulta del NAICM. Si bien estoy de acuerdo con que las consultas ciudadanas son un mecanismo valioso para tomar decisiones más democráticas, su éxito o fracaso reside en qué tan bien están diseñadas. En ese sentido, lo que hemos visto hasta ahora con la consulta del NAICM ha sido incertidumbre, poca información e improvisación, además de condenarnos a dos malas opciones: Texcoco y Santa Lucía.

    Base Aérea de Santa Lucía

    Pero hay más opciones, de lograr detener el NAICM, valdría la pena evaluar alternativas, como las que menciona Luis Zambrano en este artículo. Una sería cuestionarnos si la centralización de los vuelos en el Valle de México son la única solución a los problemas de comunicación aérea del país; y posteriormente, en caso de que se requiriera de forma inevitable un NAICM, evaluar la posibilidad de Tizayuca como lugar alternativo.

    PD. En este proceso, por cierto, sería bueno conocer la postura de AMLO. En campaña apoyó Santa Lucía ¿ahora qué apoya?.