En un país lleno de desigualdad, ni una de las 246 mujeres en el Congreso dirigirá ninguno de los grupos parlamentarios

    Opinión: La realidad es que la política en México sigue privilegiando los clubs de toby

    Las cuotas de género han funcionado para lo que fueron creadas, con 246 mujeres y 254 hombres tendremos el congreso con mayor cantidad de mujeres en la historia del país. Tendremos también el cuarto congreso con más proporción de mujeres a nivel mundial. Sin embargo, a pesar de contar casi con el 50% de los asientos en San Lázaro, ni una sola mujer será coordinadora de las bancadas en la Cámara de Diputados ni en la de Senadores. Así se ven la desigualdad y el machismo.

    Y es que no me digan que en esos partidos no habían mejores perfiles que Damián Zepeda, René Juárez, Ricardo Monreal, Mini Mancera o Manuel Velasco. Rápidamente se me vienen a la cabeza mujeres como Patricia Mercado, Marta Tagle, Tatiana Clouthier, Citlalli Hernández, que sin duda cuentan con las credenciales y experiencia suficientes para desempeñar mejores papeles que los arriba mencionados.

    La realidad es que la política en México sigue privilegiando los clubs de toby y la cómoda complicidad entre hombres trajeados de más de cincuenta años que se niegan a soltar el poder utilizando los viejos códigos de la política mexicana para tomar las decisiones importantes: las charlas a altas horas de la noche en bares y restaurantes, que alejan a las legisladoras de espacios informales de decisión que sin embargo son igual de importantes para la formulación de acuerdos que las comisiones del congreso.

    Hace unas semanas nos enteramos de que dos candidatos hombres a diputados plurinominales en Morelos por los partidos PRI y PAN impugnaron la designación de pluris en aquella entidad, porque al existir mayoría de mujeres en la conformación del congreso, no se respetaba la paridad de género ¡LA PARIDAD DE GÉNERO! la cual fue creada para evitar la sistemática subrepresentación de las mujeres en el congreso. A estos dos sujetos les parecía muy normal que la paridad de género era un máximo al cual aspirar, y no un mínimo del cual partir.

    Hace 9 años que se dio el fenómeno que los medios de comunicación bautizaron como “las juanitas” el cual consistió en que los partidos políticos registraron candidatas titulares a diputaciones, y una vez que asumieron los cargos, pidieron licencia, dejando así su lugar a sus suplentes hombres. Posteriormente se demostró que los partidos utilizaron esta práctica mañosa para cumplir con la cuota de género para las candidaturas, pero al final de cuentas seguir teniendo a sus compadres en los cargos. Si no fuera por el cambio de legislación que posteriormente obligó a los partidos a presentar titulares y suplentes del mismo género para evitar acontecimientos como ese quién sabe si hoy estaríamos viendo estas dinámicas repetirse cada tres años.

    Por años la política se ha hecho a espaldas de la ciudadanía y particularmente de las mujeres. Y, aunque poco a poco esa realidad va cambiando, la verdad es que las cuotas de género, aunque aún funcionado, sólo son una pequeña parte de una lucha más amplia para transformar una cultura política machista que está presente en mayor o en menor medida en la sociedad y en todas las formaciones políticas del país.

    ¿Esto por qué nos debe importar?

    Primero, importa porque por años las mujeres han sido una parte mayoritaria de la población que ha sido históricamente alejada de los espacios de toma de decisiones y esto no puede seguir así. Segundo, porque muchos estudios han demostrado que la mayor presencia de mujeres en los congresos sí tiene efectos sobre lo que se legisla y la calidad de lo que se legisla, así como la visibilización de temas que los hombres tradicionalmente dejan de lado: agendas más cercanas a las minorías, al desarrollo social y al bienestar general de la población. Tercero, porque los modelos a seguir importan y pueden limitar o expandir las posibilidades para millones de niñas a lo largo del mundo. Todavía recuerdo cuando a mi hermana menor le pareció increíble ver la primera final de fútbol femenil y me comentó que siempre le había gustado el fútbol pero que lo había dejado de hacer porque le decían que eso era para niños.

    ¿Qué podemos hacer como hombres ante esto?

    Hace unos días, una compañera nos comentaba a un grupo de personas que hay mucho que los hombres podemos hacer para impulsar cambios y acompañar las luchas feministas. Pero que éstas no son las que regularmente se hacen, principalmente, no ir por el mundo autoproclamandose feministas como si fuera campaña publicitaria. Pero sí en cambio, reconocer nuestro privilegio, cuestionar nuestras prácticas machistas -que todos tenemos-, corregir y llamar la atención a nuestros amigos que caen en ese tipo de prácticas. Un hombre consciente de estas desigualdades puede hacer lo más posible por impulsar y apoyar a sus colegas mujeres por ejemplo, haciendo un esfuerzo consciente por contratar y promover mujeres en espacios laborales y apoyando los liderazgos femeninos, etc.