Los partidos políticos son necesarios para la democracia, y también son un problema

    Hoy necesitamos recuperarlos para que más personas puedan hacer política.

    Después de cada elección presidencial suelen venir las discusiones sobre la reforma político-electoral. Particularmente, desde que Pedro Kumamoto presentó Sin voto no hay dinero en el Congreso de Jalisco el año pasado, la discusión sobre la reforma electoral ha sido acaparada por la disminución del financiamiento público a los partidos. Este tema revivió la semana pasada cuando Morena presentó una iniciativa para disminuir el financiamiento público de los partidos en un 50%.

    Creo que estamos ante una oportunidad para que como país, no sólo discutamos sobre el financiamiento a los partidos, sino sobre el sistema político y de representación que tenemos, al cual deberían responder los partidos políticos.

    En México, para poder acceder a un puesto de elección popular, ya sea una diputación local o una gubernatura, es necesario entrar a un sistema que es al mismo tiempo cerrado y mediocre. Para empezar, porque sólo hay dos formas para participar, una es a través de un partido político y la otra por medio de una candidatura independiente. En el primer caso, para poder crear un nuevo partido, por ejemplo, los requisitos son enormes, algunos de ellos implican reunir más de 200,000 firmas de votantes y contar con al menos 3,000 afiliados en 20 estados del país. Mientras que para mantener el registro únicamente basta con obtener el 3% de la votación. Y ya, suficiente para seguir recibiendo recursos públicos.

    Esto es problemático, no solo por el desperdicio de nuestro dinero sino porque al hacer tan complicada la formación de nuevos partidos y mantener estándares tan bajos para recibir financiamiento público generamos que solo unos pocos -los mismos de siempre- puedan hacer política y recibir financiamiento público. Peor aún, esta situación motiva a crear partidos no para hacer política sino para mantener un negocio, tal y como ha ejemplificado muy bien el Partido Verde, formación política que ni siquiera es capaz de estructurar una propuesta ideológica coherente, pues lo mismo defiende la pena de muerte que los derechos de los animales.

    Sin embargo, hay alternativas. Una de ellas es hacer más sencilla la creación de nuevos partidos pero dificultar mantener el registro y recibir financiamiento público. Esto se podría lograr con un sistema escalonado donde se requieran pocos afiliados para crear un nuevo partido pero votaciones del 5% para recibir financiamiento público. Si a ello añadimos Sin Voto No Hay Dinero, tendríamos más diversidad de ideas y voces compitiendo electoralmente a un menor costo; todo lo contrario al sistema actual.

    Por otra parte, del 2015 a la fecha hemos podido conocer los límites de las candidaturas independientes y la situación de disparidad en la que se encuentran frente a los partidos políticos. Sin duda es necesario que la próxima reforma electoral contemple elementos que ayuden a disminuir esta situación, por ejemplo, hacer más difusión de la figura para que el desconocimiento de la misma no sea un impedimento para la junta de firmas, mejorar la aplicación del INE de recolección del apoyo ciudadano, eliminar trámites engorrosos que no ayudan a la fiscalización y encarecen la participación tales como la formación de asociaciones civiles; así como la inclusión del principio de primera minoría para este tipo de candidaturas.

    Al hablar de una reforma electoral amplia, no hay por qué reducir el escenario únicamente a partidos políticos o candidaturas independientes. El año pasado, Arístides Guerrero publicó una columna interesante titulada “La agonía de las agrupaciones políticas”. En ella, Arístides menciona que las agrupaciones políticas, antes llamadas asociaciones políticas (que nacieron con la reforma de 1977) son un una figura que bien valdría la pena explorar en todas sus posibilidades. En México, desde su nacimiento han sido muy limitadas y con el paso de los años se han desdibujado. Sin embargo, la idea de que vecinos asociados puedan presentar candidaturas y acceder a la listas plurinominales sin necesidad de formar un partido político, puede ser una opción intermedia que permita mayor competencia en un sistema político al que le urge que le subamos la vara con el cual lo medimos.

    Los partidos políticos son necesarios para nuestra democracia, pero no como existen hoy. Si queremos que sean verdaderas agrupaciones de personas que comparten ideas y proponen visiones de país necesitamos recuperarlos. A la par de garantizar otros modos de participación electoral y no electoral para que más personas puedan hacer política.

    Sin duda existen otros retos: la fiscalización y la presencia de dinero ilícito en las campañas políticas; el lograr un mejor equilibrio entre gobernabilidad y representación; y fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas de representantes a representados. Todos estos temas son importantes y los abordaré futuras columnas.