CDMX, hacia una ciudad que capte el agua de lluvia

    Opinión: Es indignante (y sumamente costoso) que una ciudad con graves problemas de escasez se dé el lujo de desperdiciar y mandar al drenaje, el agua de lluvia. Debemos cambiar nuestra relación con el agua ya.

    Hoy inician los cortes de agua en la Ciudad de México que afectarán a casi 4 millones de personas. Para muchos, principalmente para quienes viven en las zonas de mayores ingresos de la ciudad, será la primera vez que experimentan un desabasto de tal magnitud. Sin embargo, la falta de acceso a agua de buena calidad, o a agua simplemente, son realidades a las que una gran cantidad de la población no es ajena. Y es que, más allá de este corte mega corte, actualmente la forma en que la Ciudad de México gestiona el agua es ineficaz e insostenible.

    Y no, no me refiero únicamente a que el 40% del agua potable se pierde en fugas (dato que por cierto data de hace más de 15 años y la cifra real es un misterio), tampoco me refiero solamente al hecho de que en promedio, los capitalinos consumimos 256 litros de agua al día –en zonas residenciales, las más ricas de la Ciudad, este promedio es de 567 litros- 68.75% más de lo que recomienda la OMS. Me refiero a la forma misma en que abastecemos de agua a la ciudad.

    Actualmente 70% del agua la obtenemos de los mantos acuíferos de la Ciudad de México los cuales estamos sobrexplotando, se estima que cada año extraemos del subsuelo el doble de agua que vuelve a ingresar al mismo. A este ritmo es cuestión de tiempo para agotarnos nuestros mantos acuíferos, de acuerdo con Ramón Aguirre, actual director del SACMEX esto sucedería dentro de 50 años, pero hay quienes dicen que podría ser mucho antes. En cualquier caso, los efectos de la sobreexplotación ya se viven desde hoy con los pozos que tienen que cavarse a mayor profundidad y la calidad del agua que empeora. En zonas como Iztapalapa, Cuajimalpa y Tláhuac se han encontrado colonias en las que el agua del sistema incumple con la norma oficial.

    Desde hace tiempo que el agua del subsuelo no es suficiente para abastecer a toda la población de la Zona Metropolitana del Valle de México, para intentar resolverlo se construyó el sistema Cutzamala, el cual trae agua desde Michoacán y el Estado de México (contribuye con 30% del abastecimiento de agua de la ciudad) a un costo de más de dos mil millones de pesos anuales, y consumiendo diariamente la misma energía eléctrica que toda la ciudad de puebla. No obstante, estos no son los únicos costos, traer agua de otras partes implica crear presas que han inundado poblaciones y destruido cosechas, así como quitar agua a comunidades indígenas, como las Mazahuas que desde hace casi 20 años han denunciado la carencia al agua potable, la desecación de manantiales y la pérdida de sus bosques provocadas por el sistema Cutzamala.

    A pesar de traer el agua a cientos de Kilómetros de distancia y de sobre explotar nuestros mantos acuíferos, el agua no alcanza. Lo anterior es particularmente cruel y absurdo si tomamos en cuenta que en la Ciudad de México llueve mucho, de acuerdo con el Académico de la UAM Jorge Legorreta (QEPD) llueve el equivalente a 340 litros por habitante al año. La mayor parte del agua se evapora, otra parte entra al subsuelo por medio de nuestros bosques (bosques que si no protegemos seguirán reduciéndose y captando menos agua) y el resto inunda nuestra ciudad y termina en el drenaje ¡En el drenaje!. Legorreta estimaba que si captábamos únicamente el 3% del agua pluvial, esto podría beneficiar a 13 millones de personas.

    En lo que a nuestra relación con el agua se refiere, nuestra ciudad no puede seguir así. Hay muchas cosas que hacer: reducir el consumo, proteger nuestros bosques, reparar las fugas, tener información y estudios que nos digan la situación real de los mantos acuíferos. Pero una acción a corto plazo que urge tomar es aprovechar el agua de lluvia y dejar de tirarla al drenaje. Es de sentido común (más que ir a 300 km de distancia a traer agua de otras partes).

    De acuerdo con Oxfam del sismo del 19 de septiembre del año pasado, en lugares como Tláhuac e Iztapalapa se reportaron secuestros de pipas a punta de pistola, venta de agua (que debía ser gratuita) y uso de niños para detener pipas. Debemos cambiar el camino por el que vamos, si no, tarde o temprano estas realidades podrían alcanzarnos.