Antes que nada, define tus objetivos.
Escoge un ejercicio que disfrutes mucho, porque lo vas a hacer muy seguido.
Inviértele al ejercicio, te hará sentir mejor.
La rutina es más efectiva que la motivación.
Escucha a tu cuerpo, déjalo descansar.
Y ya que te acostumbres, no te saltes ni un día.
Nada que sea fácil vale la pena.
No te olvides de calentar.
Durante media hora al día, no estarás disponible para nadie.
Ajusta tu dieta gradualmente.
Pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.
Cuenta calorías una semana, después olvídalo.
Escoge un día gordo y hazlo el más feliz de la semana.
Planea los días en los que podrías romper la rutina y adelántate a las circunstancias.
No te preocupes si no ves cambios de inmediato.