Esta mujer renunció a su carrera profesional para salvar personas después del 19S

    A pesar de no recibir un salario por su labor, Natalia Barraza dejó su empleo como reportera para trabajar en el grupo de rescatistas conocidos como Topos.

    En la memoria de la rescatista Natalia Barraza quedará por siempre la recuperación del cadáver de Laura Ramos de los escombros de un edificio en la colonia Narvarte, luego de que las autoridades habían querido meter maquinaria pesada antes de sacarla. La mujer fue la única persona que no logró sobrevivir en este edificio colapsado tras el terremoto del 19 de septiembre de 2017.

    "Ver a la familia y la hija y cuando salen los demás rescatistas y dicen 'ya la encontramos', fueron muchas horas, el estar buscando, tocarla y decirle a la familia. La muchacha tiene mi edad y su mamá tendría la edad de mi mamá. Se pusieron a llorar, se abrazó toda la familia con los rescatistas, son momentos en los que no se toman fotografías, es muy sensible porque te pudo haber pasado a ti".

    La mañana del 19S Natalia, de 34 años, era periodista en el diario Reforma pero por la noche ya era parte del grupo de rescatistas Topos Azteca.

    "Como a eso de las 2 de la mañana veo que están los Topos (Azteca) de Oaxaca y les dije que si me les podía unir" y así fue como esa noche Natalia le dio un nuevo rumbo a su vida.

    Nacida en el edificio Lerdo de Tejada, en Tlatelolco, tenía apenas un año cuando ocurrió el sismo de 1985. Con el tiempo se dio cuenta que los terremotos eran un eje central de su vida; pues cada que temblaba su madre tenía agudas crisis de pánico, y durante su infancia escuchaba en los pasillos de su infancia sobre los legendarios rescatistas que salvaron a sus vecinos. Eran los Topos.

    A diferencia de los 300 Topos Azteca que trabajaron en el sismo, Natalia no es bombero, ni paramédico pero tiene vocación por el servicio a otro. Actualmente combina su rol de rescatista con el de encabezar la parte administrativa de esta agrupación. El problema es que no recibe un sueldo a cambio, en realidad, ningún Topo Azteca recibe un salario por su labor. Ella se mantiene de sus ahorros como reportera de arquitectura y hace trabajos freelance de corrección.

    "Nos correspondía hacer notas porque en ese momento, la arquitectura se había visto directamente afectada, pero la decisión editorial fue de 'no, aquí no va a salir nada del terremoto', tuve problemas con mi jefe precisamente por eso, yo cuestioné mucho y sí tuve una actitud hostil, me volví peleonera a raíz del terremoto", comenta.

    En las labores de rescate del 19S, Natalia no sabía agarrar ni una pala y emocionalmente no estaba preparada para soportar las extenuantes jornadas. Se quedaba dormida en las ambulancias. Sin embargo, se dedicó a cargar escombros y hacer labores de logística e información de los Topos Azteca. Nadie que no hubiera vivido la tragedia del 85 estaba preparado para lo que se presenció el año pasado.

    "Duré un buen tiempo en un estado de ensoñación, en el que estaba como ida. Hacía mis cosas y trabajaba, no estaba deprimida sino en shock. Tienes miedo, me despertaba en las noches, no dormía con tranquilidad", agregó.

    Cualquier persona puede pertenecer a los Topos, para entrar hay que aprobar tres cursos en donde se aprende sobre primeros auxilios, perforaciones, arrastres y uso de herramientas. La prueba de fuego para ser parte del grupo es la forma en cómo actúes en un desastre natural. Natalia vivió el proceso al revés; primero el siniestro y luego los talleres.

    Tras la explosión del Volcán de Fuego en Guatemala, en junio pasado, pensó que podría combinar el periodismo y el rescate. Entre ella y Héctor "El Chino" Méndez, líder y fundador de Topos Azteca, buscaron los recursos necesarios para viajar a ese país. Natalia pidió vacaciones en su trabajo para ver poder viajar y una vez ahí, rescató animales.

    "Me salí (a rescatar) porque sientes la necesidad, no sé qué te pasa, no sabía si era querer ser reportera o ser rescatista, pero cuando llegué a Guatemala me di cuenta que lo mío era más el rescate que contar historias", y agregó que dos semanas después de este viaje fue despedida del periódico.

    La rescatista trabaja codo a codo con El Chino, a quien considera un maestro. Si algo admira de él es su espíritu de sacrificio y renuncia. Los Topos Azteca están dispuestos a dar su vida para salvar otra. De ahí, precisamente, viene el color azafrán de su uniforme.

    "Nuestro color significa el desprendimiento de lo material, el abandono de si mismo, la aceptación de la muerte, este color tiene mucho significado y viene de Oriente", expresó El Chino.

    Además de superar los obstáculos que tienen los grupos rescatistas de México como la falta de recursos para sus herramientas, Natalia eligió un oficio históricamente asociado a los hombres. En los Topos Azteca las mujeres son la minoría.

    "He sido muy mal recibida, porque hay muchos celos, me los he tenido que ganar a punta de gritos, de sombrerazos y de todo porque cuando yo llegué había otra organización, ahora yo me encargo de la parte administrativa me he convertido en la asistente. Te ven con cara de que 'tú de qué méritos gozas, si no eres bombero ni paramédico y que haces aquí', la mayoría son hombres", explicó.

    Sin embargo, ha creado nuevos amigos en el mundo de los rescatistas y cuenta con el respaldo de su familia, quien le recuerda que en el 85 fueron los Topos quienes más apoyaron a los vecinos de Tlatelolco.

    Del 19S, recuerda a una mujer francesa que llegó al derrumbe de Álvaro Obregón 286, en la colonia Roma, en bicicleta y que afirmaba estar en comunicación con una persona atrapada, así que la dejaron pasar sin ninguna medida de seguridad. También tiene en la mente la escena de varias familias desesperadas por recibir una noticia de los rescates. Su conclusión sobre esto es que en este lugar hubo preferencias por damnificados y rescatistas extranjeros.

    "Las brigadas internacionales son un punto muy importante porque los mexicanos somos muy racistas y clasistas, la verdad. Mi percepción fue que sí le dieron prioridad a las brigadas internacionales para entrar, y eso es muy triste", aseguró.

    Una de las quejas más presentes durante los días posteriores al terremoto fue el rechazo de la gente a la prisa del gobierno por demoler los edificios derrumbados. Los familiares de los atrapados querían recuperar, al menos, los cuerpos de sus seres queridos.

    Si hay un grupo en el que los mexicanos confiaron plenamente en los sismos del 85 y 2017 fueron los Topos, quienes también se negaron a que la limpieza de los escombros fuera con máquinas.

    El Chino criticó que la ONU haya querido imponer un protocolo internacional para detener la búsqueda de seres vivos a los tres días del siniestro. Su argumento es que en 1985 rescató con vida a Óscar y Rebeca Flores al séptimo día del sismo en el derrumbe del edificio Nuevo León, en Tlatelolco.

    "Ellos (la ONU) no son dios, por eso nosotros paramos la maquinaria, nosotros sabemos que no hay vida hasta que ya por medio de todos los mecanismos tecnológicos y animales, sabemos que podemos empezar a mover con mucho cuidado para no destrozar los cadáveres, una manera de trabajar adquirida a lo largo de 33 años", aseguró Héctor, quien en el terremoto de Haití logró recuperar una centena de cadáveres a lo largo de un mes.

    Las labores de rescate del sismo de hace un año en la Ciudad de México terminaron 15 días después del 19 de septiembre, el último cuerpo recuperado fue en el edificio de Álvaro Obregón, el 4 de octubre. El milagro de rescatar con vida a una persona después de una semana esta vez no sucedió.

    En total, 369 personas murieron a causa del 19S. Según este reportaje elaborado por Animal Político: 5 mil 765 viviendas resultaron dañadas tan solo en la CDMX, 250 mil personas se quedaron sin casa en todo el país por los sismos del 7 y 19 de septiembre, 16 mil escuelas y 53 hospitales resultaron afectados.

    El balance que Natalia hace del sismo es que mientras haya gente que no pueda recuperar su casa es porque la tragedia todavía no termina. Cuando no hay desastres que atender, los Topos Azteca dan cursos, simulacros y toman talleres para actualizarse.

    Hace un año, los Topos Azteca rescataron vivos a dos niños del colegio Enrique Rébsamen, a una persona en el Multifamiliar de Tlalpan y recuperaron dos cuerpos. Sin embargo, no les gusta hablar de las estadísticas de su trabajo, pues según El Chino no le rinden cuentas a nadie.

    "Es un trabajo voluntario, no es deporte, no llevamos conteo ni es trabajo remunerado", expresó el rescatista, quien obtiene recursos de su trabajo como contador.

    De lo que sí quieren hablar es de su deseo de profesionalizar la labor de los rescatistas de México para que sea remunerado y quienes tienen la vocación de servicio lo hagan sin tener que sortear dos o tres trabajos extra.

    "Si somos profesionales en esto, ¿por qué no se nos va a pagar? igual que con los bomberos, vivimos de milagro", sostuvo Natalia.