¿Por qué la gente se forma para entrar en este restaurante en Tulum?

    Todos los días del año hay fila para conseguir una mesa en el Hartwood de Tulum.

    En el kilómetro 7.6 de la carretera Tulum Boca Paila, hay un restaurante que se llena todos los días del año.

    Es imposible entrar sin reservación previa.

    En temporada baja, así se ve la fila a las 2:00 PM para asegurar una mesa esa misma noche.

    Si estás muy atrás en la fila, es probable que te pidan que regreses más temprano al día siguiente para poder reservar tu lugar.

    Hay personas que lo intentan más de una vez antes de conseguir una mesa.

    ¿Por qué diablos alguien intentaría ir personalmente a formarse más de una vez en medio de la jungla para cenar en un restaurante?

    Podemos tratar de explicarlo.

    Es justo empezar por aquí. Conozcan al chef, Eric Werner.

    Eric se pasa toda la semana viajando por los cerros y las milpas del estado de Yucatán para conseguir los mejores productos de la región y diseñar el menú de cada día.

    Además trabaja con los productores locales, quienes hacen que todo el proceso de cada ingrediente que tocan en la cocina esté enraizado en la cultura local y la tradición Maya.

    El compromiso de Eric y su gente con la preservación de Tulum es absoluto.

    Toda su energía eléctrica la generan a través de paneles solares.

    El Hartwood es miembro del programa del DIF para combatir el hambre en las zonas rurales de México.

    Y la sustentabilidad es la prioridad en cada una de las decisiones que se toman en el restaurante.

    Es justo ahí donde las buenas intenciones confluyen con el buen gusto y la elegancia de la austeridad.

    Porque bajo las condiciones de escasos recursos eléctricos, toda la comida se hace en un horno de leña.

    El menú varía según los recursos de temporada.

    Y con cada variación hay una oportunidad de probar cocina sencilla de avanzada.

    Los ingredientes son frescos, del día y se mantienen a buena temperatura puestos en hielo.

    ¿Por qué la gente se forma durante días para probar la comida del Hartwood?

    Porque todo lo que pruebes en su bar es una garantía.

    Si no te gustan los cocteles, ésta es tu oportunidad para probar algo que vale la pena.

    Todos están hechos a base de frutas naturales recién exprimidas ahí mismo.

    Esperar una mesa con estas bebidas en mano no es molestia.

    La margarita de la casa está hecha con jugo de piña natural y está deliciosa.

    Y el platillo de la casa, las costillitas al agave, son una leyenda.

    Se ponen al fuego lento durante toda la noche anterior.

    Y esa salsa de agave hace la gente se forme mucho tiempo para entrar al Hartwood en cualquier época del año.

    Y a pesar de ser el platillo de la casa, no es lo único que vale la pena probar. Para nada.

    El pulpo a las brasas está espectacular. Trae unas papas marinadas con algo muy parecido a lágrimas de dios.

    Los camarones son una belleza.

    El ceviche de lo que sea que estén sirviendo en el momento es una garantía.

    La ensalada de tomate de milpa con pétalos de girasol está tan deliciosa como lo simple que parece.

    Las empanadas de papaya a la leña son el invento más brillante del siglo.

    ¿Cómo hacen que una simple ensalada de jícama sea una maldita revolución?

    Cáscaras de papa con champiñones y salsa tártara no son nada común.

    El pescado entero relleno de limón y especias es una sorpresa.

    Que además los pescadores locales atrapan de manera tradicional en la playa unas horas antes.

    Y éste pedazo de pescado en verdad sabe a pescado.

    Pero éste betabel...

    Se pueden soñar noches enteras con éste betabel.

    La ensalada de pescado ahumado trae un huevo duro perfecto.

    El helado de elote con queso te puede partir a la mitad.

    Y por alguna razón éste mesero es el atractivo más popular entre las chicas.

    No es broma.

    La próxima vez que viajen a Tulum vayan a ver qué tiene el Hartwood para ustedes. Difícilmente van a poder encontrar algo así en cualquier otro lugar.

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