Con cada relación crees que eso no pasa, hasta que…
… pelea.
Puedes estar teniendo uno de los mejores momentos de tu vida y cuando menos te lo esperas…
… pelea.
Sabes que adoras a esa persona como a nadie más en el mundo y aún así pelean.
Parece que pelear es inevitable.
Pero, ¿por lo menos has tratado de marcar una diferencia entre discutir y pelear?
Sí, sí es distinto.
De entrada, discutir implica mucho menos enojo que pelear.
El enojo te domina cuando peleas.
Y en una pelea ganar es lo que importa.
En una discusión, el objetivo es llegar a un acuerdo.
O en última instancia, es estar de acuerdo en que cada uno puede tener razón.
Ya sabes lo que te molesta de tu pareja, ¿no?
Primero pregúntate si quieres estar en una relación con esa persona a pesar de esas cosas que te hacen enojar.
Si la repuesta es sí, tienes dos opciones:
1. Considerar la posibilidad de ahorrarte la discusión de siempre porque para estas alturas ya debes saber que si deja la toalla mojada en la cama no es personal.
2. ¿No te enojes? Oye, nunca has escuchado eso de “si ya saben cómo me pongo para qué me invitan”.
Si la respuesta es no, entonces tienes un problema.
¿Y cómo le vas a hacer para no enojarte?
Tal vez no es taaaaaan importante discutir sobre si la tapa del escusado está abajo o no.
Porque has de saber que los defectos de tu persona favorita también hacen que lo sea.
Ojo, no estamos diciendo que dejes que abusen de ti.
Y mucho menos estamos sugiriendo que ignores los problemas.
Más bien, la idea es que pienses si tu postura ante ciertos problemas es la correcta.
Como: “odio que pierda las llaves todo el tiempo”.
O ”odio que no me conteste el celular”.
Porque también existe otro lado del asunto.
Además de saber qué es lo que te enoja de la otra persona, sabes muy bien cómo hacerlo enojar.
