Esta es la historia de cómo secuestraron mi celular en un concierto en Acapulco (y cómo lo recuperé)

    "Hablé con el criminal, va a traer el celular en media hora".

    Hola, soy Luis Del Valle, 29 años, piscis, amante de la playa y los festivales de música.

    El fin de semana pasado, como muchas personas, decidí emigrar a Trópico, un festival que se lleva a cabo en las playas de Acapulco.

    La historia comenzó así...

    Era sábado y el magno evento terminaba tarde. ¿Qué tan tarde?... A las 08:30 AM del domingo.

    Ahora, ya sé lo que están pensando. ¿QUIÉN SE DUERME EN UN FESTIVAL DE MÚSICA A LA MITAD DE ACAPULCO?

    Media hora después desperté renacido, revisé que no dejara nada atrás y fui por algo de comer. En la fila de la comida noté que algo faltaba y más o menos esta fue mi cara:

    A partir de este momento corrí como gallina sin cabeza por todos lados, buscando alguien que me ayudara.

    Eventualmente, me encontré con un amigo que me prestó su celular y pasó lo que más temía, marqué y...

    Pasé mínimo otra hora buscando a mis amigos y el celular. Me acerqué a los de seguridad y organización del festival, pero no lograron hacer mucho.

    @Tropicomx La gente de seguridad diciendo que no sabía qué hacer al respecto "porque era su primer día", pedí ayuda… https://t.co/yspMoq2kfp

    Perdonen mi francés. Cuando los de seguridad me dijeron que también habían robado a uno de sus elementos perdí toda esperanza y me retiré.

    Llegué a la casa en la que nos estábamos quedando cerca de las 5 de la mañana. Con ayuda de un amigo, cancelé mi tarjeta y bloqueé el celular a través de la aplicación "Buscar mi iPhone". Justo mi plan ideal para un domingo en la playa.

    Vamos, Lupita, di lo tuyo...

    Al día siguiente desperté y PUM. El celular había aparecido a las 08:16 AM en la Costera (a varios KM del festival).

    "¿Y si les ofreces dinero? A unos amigos les ha funcionado".

    Sólo quedaba esperar y tratar de disfrutar mi último día de festival y Acapulco.

    Mientras íbamos en el coche a la playa, mi amiga Andrea, ya en modalidad de negociadora profesional, siguió marcando a mi celular y de repente... ¡la llamada entró!

    El momento más impactante de la conversación llegó cuando el señor dijo que había leído el mensaje y que vio que había...

    Ya estando en la playa me obsesioné con ver dónde estaba mi celular. Lo vi aparecer y desaparecer en diferentes locaciones de la misma zona.

    Y marcar, y marcar, y marcar...

    Aquí pueden ver a Alberto disfrutando la playa y a mi con una expresión de tristeza y desolación mientras procesaba todo lo que me estaba pasando.

    Regresaba a la CDMX en el camión de las 23:45, así que decidí mejor dedicarme a disfrutar la playa y las últimas bandas del festival.

    En un último esfuerzo por recuperar el celular, aumenté la recompensa con la condición de que me lo llevaran al hotel.

    En algún punto, Andrea subió a su cuarto y cuando bajó me dijo: "Hablé con el criminal, va a traer el celular en media hora".

    Pero la voz era distinta, sonaba como una persona mucho más joven y era muy diferente su forma de hablar.

    La conversación siguió y la persona en cuestión nos dijo que era de la marina (sí, cómo no) y que nos podía ver en las Base Naval.

    Vimos que el teléfono comenzaba a moverse y entonces supimos que la cosa finalmente iba en serio.

    A estas alturas, la cosa empezaba a complicarse como una especie de conspiración de serie policiaca.

    Ahora la aplicación mostraba al ladrón a unos cuántos metros. Literalmente afuera del Princess. Hasta nos escondimos para que no nos viera.

    Ahí estaba, parado como si nada, a unos metros de la entrada del hotel.

    A estas alturas, se había acercado el taxista que lo llevó y ambos exigieron los $300. Le dimos $500 y en el momento más WTF de la noche preguntó...

    La cosa cada vez subía más de tono, hasta que mi amigo se calmó y le preguntó, irónicamente, al tipo: "¿cómo estaban las cosas en Acapulco?" El respondió:

    Una vez adentro, y ya más calmados, tomé una foto de mis amigos que tanto me habían ayudado y corrí a agarrar mi taxi para alcanzar el camión a la CDMX que salía en media hora.

    Aún así, volvería. Entiendo lo que es vivir en una ciudad con una mala reputación por culpa de unos cuántos y sé que, a pesar del mal rato, no representa a Acapulco y sus habitantes.