1.
Temes que tu cuerpo nunca vuelva a ser el mismo.
2.
Y que no vuelvas a ver a tus amigas.
3.
O la luz del día para ser más precisos.
4.
Te pones de lo más creativa.
5.
Y definitivamente das gracias a la humanidad por inventos como éste.
6.
Comienzas a valorar las horas - o minutos - en los que tu bebé duerme.
7.
Y te preguntas si algún día tú volverás a dormir tan profundo como él/ella.
8.
Todo lo ves como una posible amenaza.
9.
Y pasas horas planificando cada comida, actividad y encargo del día siguiente.
10.
Te encuentras llorando por cualquier cosa.
11.
Pero más que nada, por lo rápido que está creciendo.
12.
Conviertes la pañalera en la bolsa mágica de Mary Poppins.
13.
Y te sientes como toda una pro cuando empacaste más de dos mudas, mamilas, chupones, etc.
14.
Te preguntas lo qué hacen otras mamás y que tú no estás haciendo.
15.
Y te vuelves fan de foros, grupos y libros.
16.
Todo para llegar a la conclusión de que cada bebé es diferente.
17.
Te aprendes de memoria el teléfono del pediatra.
18.
Y nunca te cansas de escuchar la frase "¿Qué haces todo el día en casa?"
19.
Aprendes el arte de traducir sonidos.
20.
Pero a veces, y sólo a veces, no tienes ni la menor idea...
21.
Al final del día, descubrir cómo ser mamá es lo mejor que te ha pasado.
