Y culpan a los chilangos de contagiar a los michoacanos.
Pero al restaurante no le importa, defienden su platillo con orgullo.
Mucho, mucho orgullo.
Definitivamente, Michoacán le está haciendo la competencia a la CDMX en el deporte de las tortas sin sentido.
La torta de gelatina nos deja con algunas dudas: ¿Sabrá rica? ¿Habrá de diferentes sabores? ¿Inventarán otra torta los chilangos para adelantarse en esta carrera culinaria del bolillo?