24 Situaciones que sólo entenderás si fuiste un niño pobre y de familia numerosa

    Cuando tienes un millón de primos y todos son tus mejores amigos.

    1. Tenías dos lados de la familia, pero uno siempre te cayó mejor.

    2. Desde que naciste, la abuelita siempre fue la reina de la casa.

    3. El abuelito siempre fue un viejito amable, y el fan número uno de las noticias.

    4. La historia de su romance es prueba de que ellos vivían en otra época.

    5. Ir a comer a casa de la abuelita cada fin de semana era la obligación no escrita de todos tus tíos.

    6. Alguno de tus padres, el que no era parte de esa familia, nunca supo adaptarse a la carrilla.

    7. Algunos tíos no tenían que viajar tan lejos, porque aún vivían en casa de la abuelita.

    8. Tus tíos eran legión.

    9. Tus abuelos tuvieron tantos hijos que siempre había tíos que se sentían como hermanos mayores.

    10. Siempre había un “tío rico”, que ya no visitaba tanto a la abuelita.

    11. Toda tu infancia te prometiste que nunca serías como él, tú irías a casa de tu abuelita cada sábado de tu vida.

    12. Si tenías muchos tíos, tenías exponencialmente más primos.

    13. El hijo del tío rico siempre era un lameloide.

    14. Uno de tus primos era tu mejor amigo.

    15. Juntos molestaban a los niños de la cuadra y se gastaban el cambio de las tortillas en las maquinitas.

    16. Sus papás le decían que tú eras mala influencia.

    17. Eran tantos primos que los castigos se repartían al azar.

    18. Y así se siente cuando te echaban la culpa de algo que hicieron tus primos.

    19. Los domingos, un tío siempre se apañaba la tele para ver el fútbol.

    20. Entre semana, por las tardes, todos los primos se sentaban a ver el canal 7 y el 5 al mismo tiempo.

    21. Y por las tardes, paren el mundo, que la abuelita va a ver sus telenovelas.

    22. Navidad, Año Nuevo y el cumpleaños de la abuelita, toda la familia se juntaba a comer e intercambiar chistes manchados.

    23. Pero, como no hay placer sin dolor, primero tenías que chutarte la misa navideña.

    24. Pero todo valía la pena si al final del día podías encender cohetes con tus primos.