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Cuando tienes un millón de primos y todos son tus mejores amigos.
Y si la llamas "abuela", no tienes corazón. Se dice "abuelita."
Pero todas las leyendas cuentan que solía ser un hombre muy cabrón.
"Sí, yo me robe a tu abuelita cuando tenía tu edad y nos vinimos para la ciudad porque su papá me amenazó de que iba a machetearme."
-Mi amor, ¿crees que deberíamos buscar un departamento antes de casarnos?
-¡Claro que no! Vivamos con tus padres, luego vemos cómo hacerle.
Y nunca los llamaste por su nombre. Siempre les dijiste el mismo apodo que tus padres les pusieron en su infancia.
A los 12 años, los tíos más jóvenes eran las personas más geniales del mundo.
Fue el único de la familia que se tituló. Después aprendiste que ni era rico, apenas había alcanzado a colarse a la clase media.
Pero creces, la vida se pone complicada y de pronto entiendes a tu tío.
Te caían mejor que tus hermanos porque no los veías tan seguido.
Pero si algún extraño lo molestaba, se las veía con todos ustedes.
Era tan cercano como un hermano, excepto que no querías estrangularlo.
Y tus padres te decían lo mismo de él, pero habrías preferido cortarte una mano que dejar de hablarle.
Así se siente cuando castigan a alguien por algo que tú hiciste.
Le cambiaban en comerciales y se peleaban porque nunca veían los bloques completos.
Así te enteras de que Destilando amor no es más que una mala copia de Cuando seas mía. "La Gaviota" no es ni la sombra de lo que era "La Paloma."
Y eran los días más felices del año. Hasta el tío rico y sus hobbits te caían bien.
La más larga del año.
Eran tiempos distintos, nadie defendía a los perros en Facebook y los de la cuadra nunca se quejaron.