Ella es Anavel Olmedo. Recuérdala bien porque su nombre aparecerá en los libros de historia.
Anavel comenzó a prepararlos para sus hijos. Con amor e ingenio, llevó los clásicos tamales a nuevos e insospechados límites.
Por ejemplo, ¿habías visto alguna vez un tamal de pizza?
Admíralo en todo su esplendor.
¿Qué tal un tamal relleno de Chocorrol?
O un sensual tamalito de brownie.
¿Qué tal se oye un tamal de galleta Oreo?
Y la joya de la corona: el tamal de Gansito.
Si no te lo comes cubierto de crema batida, no viviste.
Y esa es sólo la punta del iceberg. Si visitas el puesto de Anavel, nunca vas a encontrar el mismo menú.
La gran pasión de Anavel es mezclar sabores y encontrar nuevas combinaciones memorables.
Este paraíso de los tamales ocurre todos los días en este puesto.
No te olvides de probar su favorito, el tamal de camarón a la diabla con marlin, envuelto en tocino y relleno de queso Philadelphia.