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Es como Simba cuando lo presentan en sociedad.
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A la fecha no se ha inventado algo más épicamente delicioso que la combinación de mango con chamoy y chilito piquín.
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Cuando es chiquito, es el snack perfecto para cumplir el antojo a cualquier hora del día.
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Aunque quedes pegajos@ de las manos y la cara, vale toooda la pena.
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¿Ves cómo opaca a las otras pobres frutas?
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Ese color amarillo, y su forma tan peculiar son absolutamente inconfundibles.
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Este zoom es para que se te haga agua la boca.
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Sí, esas son tus papilas gustativas inundándose de antojo.
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¡ALGUIEN TRAIGAME UN MANGO! Y tamarindos, de paso, por favor.
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Bendito sea el que inventó las chamoyadas de mango.
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Y su primo, el genio que creó las paletas.
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Esto es para los que no creen en el amor...
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¡Hasta en esta versión sabe de-li-cio-so!
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Es padrísimo como no hay reglas para comerlo. Puedes hacerlo como quieras.
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Ve esta foto... Intenta no morir de sobresalivación.
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Es impresionante como SIEMPRE sabe cabrón, no importa si lo haces como sushi.
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O como un dulcísimo pastel de queso.
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Lo mejor de la temporada de mango es que lo puedes desayunar, comer, cenar y botanear a cualquier hora del día.
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Y si no, siempre puedes recurrir a esta riquísima opción:
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DIgamos que lo acidito no es lo tuyo... Entonces recibe con los brazos abiertos a un suavecito y esponjoso mousse.
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Funciona perfecto si te gusta para comerlo saludablemente...
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O mucho más atascado.
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Es que es taaaaan bonito.
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*Corre a comprar 759 mangos manila*.
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Por eso, nada en este mundo se compara con el sentimiento de encontrarte uno de estos en la calle.
