Tal vez has visto por ahí ese truquito que parece magia y te hace decir ¡cómo no lo pensé antes!
El proceso parece muy sencillo:
Agarra tu vaso de vidrio y ajústalo a la parte baja de la licuadora, en donde está la cuchilla. Voltéalo y ahorra horas de vida al no tener que pasar tus licuados al vaso (y ya no tienes que lavar ese recipiente gigante e incómodo).