Los habitantes de Morelos y Puebla no quieren dejar sus casas derrumbadas tras el sismo por miedo a que las roben

    En los municipios de Jolalpan, Puebla, y Jantetelco, Morelos, las personas que perdieron su casa duermen en el patio o en la casa de un familiar, y se resisten a ir a los albergues.

    Morelos.- En el municipio de Jantetelco, el DIF de Morelos instaló un albergue que, antes del sismo del 19 de septiembre, solía utilizarse como un deportivo. El espacio tiene la capacidad para recibir alrededor de 500 personas. Sin embargo, únicamente pernoctan 50 daminificados más los voluntarios de diferentes partes del país.

    La razón es simple: muchos damnificados han preferido dormir afuera de sus casas por miedo a que entren a robar lo poco que les queda.

    "Muchas personas no quieren venir por que están robando artículos de las casas y les da miedo que les pase lo mismo", comentó Yuri, la coordinadora del albergue.

    Yuri contó que el número de personas en los albergues ha ido aumentando poco a poco, conforme comienza la demolición de casas derrumbadas.


    Lo mismo ocurre en el albergue del municipio de Jolalpan, Puebla, el cual se ubica a 31 km al sur del epicentro del sismo.

    Se quedan a pernoctar entre 65 y 80 personas que perdieron sus casas, comentó Juan Jimenez enviando del DIF estatal de Puebla para organizar los refugios y comedores comunitarios del municipio.

    Según comentó, fueron repartidas colchonetas y cobijas a las casas afectadas por el sismo y se les invitó a llevarlas al refugio para pasar la noche.

    "Prefieren quedarse en el patio de su casa que venirse para acá", mencionó.

    Permanecer en las casas destruidas se vuelve aún más peligroso cuando comienza a llover. Cuando esto pasa, más personas llegan al refugio a dormir bajo un techo seguro.

    "Nosotros no podemos obligarlos a venir para acá, pero cumplimos con facilitarle lo necesario", dijo Jiménez.

    "Me dijeron que no puedo entrar a la casa porque quedó estrellada. Yo me quedo en el patio. No voy al refugio porque ando mala del azúcar", platicó Doña Esther, una de las damnificadas, quien pasa las noches acompañada de sus hijas.


    Don Gelasio perdió la casa en donde nació, en Jolalpan, Puebla. Ahí vivía con su esposa, Doña Mariela, quien se encargaba de atender un negocio de café internet en la entrada de su casa. El temblor derrumbó las paredes y el techo de su casa hasta hacerla inhabitable. Afortunadamente, ambos resultaron ilesos.

    "Las computadoras se rompieron y las paredes aplastaron las impresoras" narró Don Gelasio. El negocio era una fuente importante de ingresos para la familia.

    Ellos duermen, por ahora, en unos cuartos al fondo de la casa, de los cuales retiraron escombros cuando pasó el temblor. Dicen sentirse seguros ahí.


    Silvia y su sobrino Mario perdieron el negocio de cervezas que quedaba junto a su casa. Aunque el local quedó completamente destruido por dentro, ambos lograron salir rápidamente a la calle, mientras veían las casas a su alrededor caer.

    La casa en donde viven Silvia únicamente quedó agrietada. Protección Civil revisó su casa y la consideró habitable. Sin embargo, prefieren no quedarse por el temor de que en cualquier momento se derrumbe el negocio de cervezas que está a un costado y eso ponga en peligro su casa.

    Tras el sismo, Silvia pasa las noches en casa de su hermana a unas cuadras. Mario se queda en casa de su tío, pero ronda constantemente por la casa que dejaron para asegurarse que nadie entre.


    El negocio y la casa de Don Mario, en Jantetelco, Morelos, quedaron destruidos tras el sismo. En el negocio vendía dulces y artículos de tlapalería.

    "Lo hacía sólo por distracción. Nosotros le decíamos que cerrara el negocio pues vendía muy poco, pero mi tío se aferraba a mantenerlo", platicó Arturo, su sobrino.

    Doña Marina, su única hermana, vino de la Ciudad de México a cuidarlo tras el sismo y convencerlo de salirse de la casa que quedó inhabitable según determinó Protección Civil.

    En aquella casa nacieron y crecieron ambos, al igual que dos generaciones anteriores a ellos.

    Por ahora, Don Mario se está quedando en el refugio y se rehúsa a irse del municipio, pues ahí pasó toda su vida.

    Todas las personas entrevistadas aseguran que están recibiendo ayuda en víveres y para retirar escombros. Sin embargo, realmente esperan recibir apoyo para reconstruir sus casa y sus negocios.