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    Hablamos con un superviviente del holocausto y esta es su historia

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    En 1941, cuando Henry Oster tenía 12 años, soldados alemanes fueron a su casa de Colonia, Alemania, y se llevaron a él y a su familia al gueto de Lodz. Esta es la historia de cómo sobrevivió al holocausto:

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    BuzzFeedVideo / Via youtube.com

    "Echaron abajo la puerta en mitad de la noche, entre gritos estridentes. Mis padres no sabían que hacer. Me cogieron para protegerme sobre todo de los pastores alemanes que tenían casi mi altura".

    "Yo, por supuesto, estaba asustado y confuso. No tenía manera de escapar... Fuimos recibidos por personas de aspecto demacrado y miradas vacías. Se movían como zombis".

    "Los alemanes apoyaron mi brazo sobre una mesa y con una aguja hipodérmica inyectaron pequeños puntos que se convirtieron, en mi caso, en el número B-7648".

    "Obligaron a mi padre a trabajar en la reparación de las vallas electrificadas. Mi madre hacía placas de hierro para las suelas de las botas militares. A mí, milagrosamente, me permitieron trabajar en el departamento de agricultura".

    "La ración de comida consistía en una única rebanada de pan y sopa de repollo aguada... Esa era la comida durante toda la semana. Por lo que a mí respecta, yo tenía un mecanismo para evitar la inanición, robaba toda la comida que podía".

    "Mi método para robar era hacer agujeros en el bolsillo y dejar que las semillas cayeran hasta los tobillos, donde la pernera se estrechaba. Así conseguía pasar la inspección cuando me cacheaban. Si me hubieran pillado me habría convertido en lo que los alemanes llamaban 'el entretenimiento del domingo'":

    "Uno de los momentos más tristes en el gueto fue cuando mi padre llegó a casa, se tumbó en el suelo, ya que no había muebles, y simplemente expiró. Las aceras se llenaban con los cadáveres de los que habían fallecido la noche anterior. Y un carro tirado por dos o tres personas venía a recoger los cuerpos".

    En 1944, Oster y su madre fueron trasladados a Auschwitz-Birkenau. Oster tenía 15 años. "Un nazi arrastró a mi madre lejos de mí: 'tu sitio está allí, al otro lado'"... Me di cuenta de inmediato de que no volvería a ver a mi madre jamás".

    "Nos afeitaron la cabeza y nos empujaron a través de un arco, rociándonos con un líquido desagradable. Nos lavaron durante unos 10 segundos".

    "Y [entonces] fui empujado contra un gran edificio con una inmensa chimenea, una enorme llama y un repugnante olor que no podíamos reconocer".

    En 1945, Oster fue llevado en tren al campo de concentración de Buchenwald. Durante el viaje, el tren se vio rodeado por aviones de combate franceses que confundieron a los pasajeros judíos con militares alemanes de regreso y atacaron. Oster estaba en la parte delantera del vagón, lejos de la trayectoria de la ametralladora.

    A pesar de la carnicería, el tren continuó y Oster fue trasladado a Buchenwald. Una vez allí, se dio cuenta de que no eran inusuales "los suicidios en los alambres electrificados o [alguien] buscando una excusa para que le disparasen y así poner fin a su vida".

    "Entonces, el viernes 11 de abril a las 3:15 oímos un ruido muy extraño, mecánico, y vimos un tanque que venía... Estaba familiarizado con las insignias alemanas, nunca había visto estas. Lo que vi, sin embargo, entre todas las cosas, fue una estrella de David blanca. Los comandantes llevaban uniformes del 3er Ejército de los Estados Unidos".

    Oster se quedó en California, fue a la universidad y estudió para convertirse en optometrista. Practicó la optometría en Beverly Hills, California, durante 60 años, antes de retirarse en 2014.

    Oster habló para BuzzFeed sobre su perspectiva del mundo: "Es duro alcanzar los 88 años y ver un mundo donde no se llevan bien unos con otros. He sido testigo de Kosovo, Somalia, Darfur, Ruanda y otros 20 genocidios diferentes desde la Segunda Guerra Mundial".

    Oster llegó a decir que cree que la democracia "corre el peligro de verse mermada en gran medida en nuestro país", agregando, "al ver al Sr. Trump pidiendo a la audiencia levantar la mano y jurar... este tipo de cosas no son muy bien recibidas por alguien que sobrevivió al Holocausto".

    "¿Vamos a construir de verdad una alambrada alrededor de nuestro país y hacer un gueto fuera de los Estados Unidos? ¿Vamos a expulsar a 11 millones de personas y convertirlos en refugiados? Simplemente, no puedo aceptar que Estados Unidos vaya a seguir el mismo camino que siguió Alemania".