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US residents can opt out of "sales" of personal data.
Si te flipan las historias sobre compartir piso, no te pierdas 'Pipol In Da House', una serie original de El Corte Inglés. ¡Con un capítulo nuevo cada semana!
Cuando compartes piso, tienes que hacerte a la idea de que en algún momento te va a tocar pasar una noche romántica a la luz de las velas un poco por obligación. "¿Quién tenía que pagar la luz?". "¿Metisteis el dinero en la cuenta común?". Miradlo por el lado positivo, así quitáis las estalactitas y las estalagmitas que teníais en el congelador.
Por alguna extraña razón, en 2018, el wifi a veces falla y de repente, sin dar ningún tipo de explicación, desaparece. En ese momento la oscuridad se apodera de todos los habitantes de la casa y tus compañeros de piso empezarán a actuar de manera irracional como si fueran personajes de 'The Walking Dead', vagando por los pasillos, balbuceando sin sentido y poniendo el teletexto para intentar apaciguar el mono. Lo único bueno es que tal y como se fue, volverá. Y todo volverá a la normalidad y no recordaréis el traumático momento que habéis vivido.
Puede ser medio limón, puede ser media cebolla o incluso puede que sean unos sobres de ketchup de una cadena de comida rápida, pero hay un habitante en la nevera que siempre te observa cuando la abres. Tiene más años que todos vosotros y lleva mucho más tiempo en el piso que cualquiera de tus compañeros, así que nadie se siente con derecho a echarlo. Tú pensarás que ya lo hará alguno de tus compis, ellos pensarán que ya lo tirarás a la basura tú y el día que os vayáis del piso pasaréis el testigo a gente más joven que viene detrás de vosotros.
No sabes qué hacen ahí ni tienes muy claro quiénes son, pero de repente entras en tu cocina y hay un grupo de gente bebiendo y haces nuevos amigos. Porque en las fiestas en un piso compartido puede pasar de todo y de repente puede que el espacio que hay delante de tu microondas se transforme en un plató de 'First Dates' improvisado.
Pero no, no es que tengáis la misma ropa, es que cuando compartes piso es probable que tu armario se convierta en una extensión del de tus compañeros y que de repente veas fotos de tus compañeros den Instagram y digas "anda, con que ahí es donde estaba ese abrigo que llevo buscando los últimos dos meses...". ¿Lo bueno? Tú puedes hacer lo mismo.
Aunque hayáis hecho separación de armarios y baldas de la nevera. Aunque hayáis acordado que no se toca la comida de los demás. Siempre va a llegar un momento en el que alguien aparezca con una botella de refresco en el salón diciendo eso de "esto no estaba por aquí cuando yo lo dejé". Y de repente la tensión se va a poder cortar con un cuchillo y vas a entender que realmente es un milagro que todavía no hayamos tenido una tercera Guerra Mundial porque podría empezar perfectamente en tu piso un martes cualquiera.
Para que la nevera de tu piso pase de ser una puerta al mismísimo infierno a ser el Olimpo de los dioses, solo hace falta que el calendario pase del día 31 al 1. De repente la nevera se llena de manjares y marcas de primera que te hacen la vida mucho más feliz. No hay un lugar más feliz en un piso compartido que una nevera a principios de mes.
Eres una persona decente. Tus compañeros de piso son personas decentes. Pero si has compartido piso, es probable que vayas a ver a la policía en la puerta de tu casa en alguna ocasión porque, a ver, no sois expertos en aforo y es posible que alguna vez que otra se os haya ido una fiestecita de las manos.
Que los quieres mucho y son los mejores, pero LA CASA PARA TI SOLO/A. Todas las personas que comparten piso han sentido ese cosquilleo de placer en la nuca al escuchar "este finde te quedas solo". Poner tu música alta, ver lo que quieras en la tele sin preguntarle a nadie o estar EN COMPLETO SILENCIO. El paraíso en la tierra.
En el contrato pone que sois tres personas en el piso, pero en realidad tú sabes que sois cuatro porque la pareja de tu compi de piso vive con vosotros extraoficialmente. Os habéis quedado juntos viendo pelis un viernes por la noche, habéis ido a desayunar juntos, la tenéis en cuenta cuando hacéis la compra... Ya puedes responder que no cuando te pregunte tu tía en Navidades si está soltero/a.
Entiendes perfectamente ese momento en el que vas a servirte tu comida favorita y de repente no hay plato, o vaso, o tenedores porque están todos en el fregadero y a quien le tocaba fregar –quizá fueras tú– no ha hecho su trabajo a tiempo. Pero para salir del paso, siempre tiras de ideas creativas: el plástico de la pizza refrigerada puede servirte como plato, un tupper puede ser un vaso a unas malas y siempre se puede remover el café con un cuchillo. Todo es echarle imaginación.
Siempre hay un héroe en el piso que sacrifica su economía para pagar las cuentas compartidas y familiares de los servicios de streaming de televisión o de música; y no siempre recibe lo que le corresponde. Quizá seas tú ese héroe anónimo que paga por todo, pero no te preocupes porque la vida en el piso siempre encuentra la manera de recompensarte por tu servicio a la comunidad.
Todas las personas que han compartido piso saben que existe un misterioso fenómeno por el cual, aunque el tendedero esté siempre vacío, se genera espontáneamente una cantidad enorme de ropa tendida cuando tienes que tender la tuya. Da igual que lo hayas planeado o que te hayas asegurado, cuando tu ropa esté mojada y no puedas hacer ya nada con ella más que colgarla, aparecerá colgada la ropa de tus compañeros que, además, tardará en secarse por lo menos una semana. Nadie en el mundo científico ha podido dar explicación a este fenómeno.
El día de mañana, cuando vivas solo, echarás de menos el tener a algunos de tus mejores amigos a una puerta de distancia. Llegar después de que tu jefe te haya hecho el día imposible y poder ponerlo a caldo mientras cenas en pijama o pasar las resacas tirados en el sofá. Porque a pesar de los problemas normales de la convivencia, compartir piso es una experiencia que vas a recordar toda la vida ❤️