1. La frustración de llegar tarde a misa y encontrarte con que ya no había bancas para sentarte.
2. El dolor de piernas que sentías después de estar parado durante toda una misa de Domingo de Ramos.
3. Escuchar las palabras más temidas de la Nochebuena: MISA DE MEDIA NOCHE.
4. Sentir que estabas haciendo algo moralmente incorrecto por ser el único que estaba sentado.
5. Conmoverte al volver a ver los vídeos caseros de tu bautismo.
6. Fantasear mientras veías los vitrales de la iglesia.
7. Poner dinero en la canasta de la colecta siempre fue un poco emocionante.
8. Hablar en jerigonza cuando no te sabías la oración.
9. Creer que la "Sangre de Cristo" sabría a jugo de uvas.
10. Participar en tu Primera Comunión significaba que finalmente podías probar esas hostias.
Por alguna razón, siempre pensaste que tendrían un sabor dulce.
11. Preguntarte quién sería el afortunado que recibiría "la gigante".
12. La indecisión de recibir la hostia en la mano o en la lengua.
Querías recibir la hostia en la mano, pero siempre olvidabas cuál iba sobre cuál. A la mera hora, siempre sacabas la lengua.