Los familiares narran escenas terroríficas de las víctimas quemándose en la explosión

    Buzzfeed News México estuvo en Tlahuelilpan, Hidalgo, tras la explosión del ducto de gasolina que dejó 74 muertos. La gente continúa buscando a decenas de desaparecidos.

    TLAHUELILPAN, HGO.- Lorena Hernández tenía la esperanza de encontrar con vida a su hermano, pero un par de mujeres que vieron cómo el chorro de combustible lo empapó, le dio un golpe de realidad.

    –No mija, tu hermanito estaba bien mojado, en el mero punto estaba ayudando a llenar a otros y estaba bien mojado– le dijeron.

    Ella es una de decenas de familiares que este sábado iban y venían de la milpa de alfalfa a los hospitales de la región y la Ciudad de México en busca de un rastro de un vida de sus seres queridos. Todos tenían en común a un ser querido presente en la toma clandestina de gasolina que la noche del viernes provocó una explosión en ese terreno de Tlahuelilpan, Hidalgo.

    Hasta la noche del sábado, el gobierno de México había confirmado la muerte de 74 personas por las quemaduras severas. Los testigos que llegaron cuando el fuego acababa de ser apagado narraban escenas de terror: pedazos de restos humanos regados por todo el pasto de la milpa, un penetrante olor a gasolina y personas desgarradas de dolor tratando de reconocer alguna seña particular entre cadáveres, observando con pavor las osamentas.

    Por la tarde del sábado, otra mujer hablaba por teléfono y expresaba su frustración al no haber podido encontrar ningún cuerpo con las características de su familiar, dijo que buscó llaveros, carteras o hasta la carcaza del teléfono. Cualquier seña particular.

    Lorena tiene a tres familiares desaparecidos; su hermano; de 34 años, su cuñada; de 40, la hermana de su cuñada y a un sobrino hospitalizado en condición grave en Ixquimiquilpan. Su hija estuvo cerca de sumarse a las víctimas, pues ayer por la tarde le avisaron “que estaban dejando agarrar gasolina” y ya venía en camino a la milpa pero no pudo pasar debido al tráfico provocado por toda la gente que quiso llenar un bidón de combustible. Los carros hacían hasta tres filas.

    –En la mañana (del sábado) empezamos a andar caminando (por la milpa), había pedazos de pantalones, zapatos quemados, pelos, manos, pellejos de piel, uñas en el pasto, por eso acordonaron esa zona, de los tubos (ducto)–, dijo la mujer de 38 años que se dedica a la venta de comida.

    El olor a quemado y a gasolina así como restos de tenis, gorras y playeras quemadas por todos lados hizo evidente que en esa milpa había ocurrido una explosión reciente. Los bidones, cubetas y garrafones regados detallaban que se trataba de un asunto relacionado a combustible.

    Los familiares afirmaron que fue turbosina y no gasolina, pero no explicaron cómo es que conocen la diferencia a simple vista. Del tema del huachicol hablan poco pero niegan, rotundamente, que la gente que falleció se dedicara a esa actividad ilegal asociada al tráfico de combustible en México. El director de Pemex, Octavio Romero, informó en la mañana que el ducto llevaba gasolina Premium.

    –¿Para andar huachicoleando? ¿sabiendo que los soldados andan vuelta y vuelta? O sea, es como exponerse– explicó Lorena.

    Héctor Daniel Reséndiz Trejo también estuvo sentado por horas esperando noticias de su primo, la voz se le quebraba al narrar que Martín Trejo López sólo vino de curioso a llenar un garrafón, él es electricista y forma parte de los desaparecidos.

    Bajo la mirada del Ejército, la Policía Federal, los bomberos y varios peritos, los familiares esperaban sentados sobre la hierba quemada, mientras el resto de la comunidad de Tlalhuelilpan se organizaba para asistir a una misa que sirvió como el funeral simbólico de una de las tragedias que marcarán a este lugar para siempre.

    En la iglesia, atiborrada de gente, se hizo un llamado a que quien tuviera un familiar involucrado en la explosión, lo anotara en una lista que, al final, tomó más de tres páginas de un cuaderno escolar. Prácticamente una persona por cada fila se levantó a anotar a alguien, como si todas las familias hubieran perdido a un ser querido.

    –Nos has abandonado por causa de nuestra maldad. Sin embargo, señor, todos fuimos hechos por ti mismo. No te enojes demasiado por nuestros crímenes. Somos tu pueblo– se dijo en las bocinas del templo católico.