Después de las declaraciones de Mauricio Clark, la comunidad LGBTTTIQ se levantó para decir que la homosexualidad no puede ser cambiada a base de terapia.
Sin embargo, muchas personas seguían opinando que la reacción de la comunidad no tenía sentido.
El sitio LGBT Escándala compartió un mensaje de uno de sus lectores que prueba por qué es tan importante concientizar sobre las terapias de conversión.
Desde el 2017, el Conapred se pronunció formalmente en contra de estas terapias y las identificó como una forma de violencia y discriminación.
Los llamados ECOSIG (Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual y la Identidad de Género) violan el derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Generalmente, estas terapias son buscadas por familiares de personas de la comunidad LGBTTTIQ que, con argumentos morales o religiosos, quieren "una cura".
Según la Organización Mundial de la Salud, la homosexualidad es una variación natural de la sexualidad, por lo que no puede ni debe considerarse como una enfermedad.
Estas terapias de "conversión" no están guiadas por investigaciones científicas o psiquiátricas rigurosas, se basan en ideas (muchas veces religiosas) que violan los derechos humanos.
No hay ningún estudio científico riguroso que compruebe su eficacia, lo que sí se sabe es que atentan contra la salud (y a veces, hasta la vida) de los afectados.
Lo peor es que muchas de estas terapias incluyen tratos inhumanos, degradantes e, incluso, tortura.
Por eso, darles difusión a estos procedimientos es poner en riesgo la vida de la comunidad LGBTTTIQ y violar el derecho que tenemos todos a ser quien queremos ser.