Este es San Juan Chamula, un municipio chiapaneco ubicado en la región de Los Altos que ha sobrevivido a la modernidad y preserva casi todas sus tradiciones.
A pesar de ser uno de los lugares más impresionantes de Chiapas, es un espacio relativamente desconocido para el resto de México.
Si planeas usar tu cámara, lo mejor es que te acerques a preguntarles si puedes retratarlos, de lo contrario podrías meterte en un serio problema.
Una parte fundamental de la vida chamula es la religión, cuyo corazón está en la iglesia de San Juan Chamula.
Por fuera, parece un templo católico como cualquier otro, sin embargo, cuando estás adentro las cosas son completamente distintas.
Inmediatamente, se alcanza a percibir un fuerte aroma a copal, una resina aromática que se usa, entre otras cosas, en los rituales prehispánicos.
Y, a pesar de que normalmente hay mucha gente adentro, no se escucha mucho ruido, tan sólo algunos susurros y uno que otro canto.
No hay bancas, ni lugares para hincarse a rezar. Los chamulas se reúnen en pequeños grupos sobre el piso.
Algunos de ellos toman Coca-Cola o pox, una bebida tradicional chiapaneca, y luego eructan como parte del rezo.
Incluso, es probable que veas gallinas vivas, ya que forman parte de los rituales que se realizan dentro del templo.
A pesar de que por todos lados verás cruces, no se tratan exactamente de símbolos católicos, sino mayas.
Por esta misma razón, en el cementerio chamula, a unos metros de la iglesia, encontrarás muchas cruces de colores y ni una sola lápida.
Algo muy parecido sucede con la virgen de Guadalupe y con otros santos: están presentes, pero están mezclados con otros símbolos de las creencias tradicionales.
Los Tzotziles se resistieron, por lo que se formó una interesantísima mezcla de ambas religiones.
Misma que ha perdurado por más de 500 años y que convierte a San Juan Chamula en un lugar tan mágico como surreal.
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