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    Dentro del grupo rebelde que combatió en Colombia durante 50 años

    Un fotógrafo pasó semanas con una unidad de élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las cuales están listas para firmar un acuerdo de paz con el gobierno.

    Por más de medio siglo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia —más conocidas como FARC— han sostenido una brutal guerra civil contra el gobierno. Pero ahora ambos bandos están a punto de firmar un tratado de paz.

    Este verano pasé el total de cinco semanas con una unidad élite de las FARC, en diferentes momentos y distintos campos, en las selvas del departamento meridional de Caquetá. Los rebeldes llegaron desde frentes de combate de toda Colombia para recibir la información necesaria para sus roles de dirigentes, mientras las FARC se preparan para pasar de ser un grupo de rebeldes armados a ser un partido político de izquierda. Muchos de los rebeldes que conocí no sabían leer ni escribir cuando se unieron a las FARC pero ahora estudian historia, asuntos de actualidad y teoría política marxista-leninista. Más de un tercio eran mujeres, muchas de ellas en puestos de mando. Las FARC tienen reglas estrictas contra la discriminación sexual, aunque no siempre han sido respetadas.

    Para muchos habitantes de las ciudades de Colombia, los rebeldes de izquierda de este país sudamericano son monstruos: secuestradores, traficantes y asesinos. Pero quienes viven en las vastas áreas del campo colombiano controladas por las FARC tienden a mostrar una visión diferente de dichos rebeldes. Para ellos, las FARC reemplazaron a los gobiernos que siempre favorecieron a las élites adineradas de Colombia: los rebeldes han mantenido el orden, administrado justicia, construido caminos y recaudado impuestos. Como parte del proceso de paz, las FARC han renunciado a los secuestros y se han comprometido a abandonar su participación en el tráfico de la cocaína, que históricamente fueron dos de sus principales fuentes de ingresos.

    Durante la larga y violenta guerra civil, las unidades de las FARC han llevado a cabo masacres de civiles y asesinatos selectivos, tales como la matanza de 27 miembros del pueblo indígena Awá en 2009, entre los cuales había mujeres y niños pequeños. ​Aun así, esa visión de las FARC como monstruos le debe mucho a los medios dominantes de este país, en concordancia con las directivas del gobierno. Los dueños y administradores de El Tiempo, el mayor periódico de Colombia, son familiares del presidente Juan Manuel Santos, que también fue ministro de defensa del gobierno anterior. Los gobiernos y los medios extranjeros a menudo han tomado la misma posición. Los Estados Unidos declararon a las FARC como organización terrorista en 1997 y aún no les han quitado dicha clasificación.

    Muchos miembros de las FARC tienen miedo de que, luego de desarmarse, sean vulnerables a ser asesinados por grupos paramilitares a favor del gobierno tal como ocurrió la última vez que este movimiento intentó entrar a la política civil a mitad de la década de 1980. Entonces, alrededor de 3,000 miembros de las FARC del partido Unión Patriótica fueron asesinados por escuadrones de la muerte de derecha.

    Luego de cuatro años de lentas negociaciones de paz en La Habana, Cuba, las FARC y el gobierno colombiano están en una luna de miel sin precedentes. Han firmado un cese al fuego bilateral y acuerdos provisorios, y van a firmar un acuerdo final el 26 de septiembre. Los jefes de combate de ambos bandos se han reunido, sin armas, para conversar sobre cómo pueden trabajar juntos en el futuro.

    El pueblo colombiano votará a favor o en contra del acuerdo en un plebiscito el 2 de octubre. Los delegados de las FARC llevarán a cabo una conferencia entre el 17 y el 23 de septiembre en el departamento meridional de Caquetá para discutir el tratado, y lo más probable es que lo aprueben.

    Informé por primera vez sobre las FARC cuando vivía en Colombia entre 1985 y 1986, viajando durante varios días a caballo hasta sus cuarteles centrales en las montañas. Las negociaciones de paz con las FARC comenzaron en 2012 en La Habana, Cuba. Volé hasta allí al comienzo de este año y pedí permiso para visitar sus campos en Colombia. Las FARC me permitieron fotografiar y entrevistar a todos cuantos quisiera. Los rebeldes con quienes me encontré fueron amigables, disciplinados,considerados y, aparentemente, idealistas.