1.
Los demás juzgan tus hábitos alimenticios.
2.
“¿Cómo sabes que no te gusta si ni lo has probado?”
3.
Te interrogan tanto, que ya desarrollaste una estrategia para evitar las preguntas.
4.
Y perfeccionaste tu cara de "no me da asco, aunque si me da asco."
5.
Sufres cada vez que ordenas en un restaurante/comida a domicilio.
6.
Eres víctima constante del efecto búmerang.
7.
Y te da un poco de paranoia porque crees que TODO el staff del restaurante te odia.
8.
Tienes tus lugares favoritos y los frecuentas MUY seguido, se vuelven tu templo.
9.
Además, sabes que cada vez que vas a un lugar nuevo, corres el riesgo de que no te guste nada en el menú.
10.
Y si de plano no te late, vives el momento incómodo de cambiar restaurantes.
11.
Pedir entradas o algo para compartir siempre ocasiona una tormenta interna.
12.
De niño, ir a comer a casa de tus amig@s era lo peor.
"Sí, no sabes, AMO el cardamomo."
14.
Aprendiste mil mañas para preparar la comida a tu gusto.
15.
Y no estás nada feliz cuando pruebas una versión del mismo platillo que no sabe igual.
16.
Especialmente si le agregan un ingrediente extraño para hacerlo "gourmet".
17.
Por lo mismo ir a comer a casa de tus papás es lo mejor que te puede pasar.
18.
Aunque todavía estás un poco enojad@ por aquella vez que te obligaron a comer algo que odiabas, en la cena de Año Nuevo.
19.
Las palabras “comida gratis” te producen una encrucijada de sentimientos buenos y malos.
20.
Las cenas de fin de año pueden ser una cosa terrible.
21.
Y si sólo te gusta un platillo lo acapararás como si fuera una reliquia única.
22.
Tu vida romántica se ha visto afectada por tus gustos tan especiales.
23.
Y si encuentras a una persona que se adapta a eso sabes que no la debes dejar ir.
24.
Porque no hay mayor prueba de amor que alguien que ama a un mañoso.
