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Si odias a Sansa Stark puede que tengas un problema de misoginia

En defensa de la legítima Reina en el Norte y superviviente del patriarcado.

El abuso psicológico es una de esas armas invisibilizadas por la sociedad. No deja rastro físico visible y está atada a todos los estereotipos que se nos asocian a las mujeres ("algo habrá hecho", "se lo merecía", "no es para tanto", "nosotros también discutimos y no montamos un drama", "es que iba provocando"). Una víctima de violencia machista puede no sufrir abuso físico, pero siempre sufre abuso psicológico, económico, sexual… En la intimidad de su casa, el lobo utiliza todas sus herramientas para atar a la víctima y silenciarla, humillarla y aislarla de los aspectos positivos previos a su llegada, a la llegada del agresor.

Sansa Stark
es una de muchas mujeres y, como las demás, genera rechazo en los espectadores, que la ven como una mujer incapaz de tomar sus propias decisiones, sumisa e inútil. El maltrato a las mujeres causa antipatía, que es una sensación mucho más fácil de gestionar que la incomodidad por la desigualdad de género. Pero la realidad es que los hombres nos están violando y asesinando a diario, y eso no es ciencia ficción. Y en lugar de replantearse actitudes y mirar por el bienestar de la que ha sido una víctima capítulo tras capítulo, la gente odia a Sansa porque el estado depresivo en el que se encuentra y el estrés postraumático que sufre son desagradables de ver, son incómodos, son risibles.

Porque la mujer en la que ha tenido que convertirse Sansa ha tenido que adaptarse a un entorno extremadamente hostil, peligroso y con multitud de aristas. Y le exigimos a las mujeres, aunque estén pasando por un calvario, que gestionen sus problemas mejor, que no lo están haciendo bien, que qué insoportables, que se enfrenten, que denuncien, que por qué no piden ayuda. Que un poco de culpa tendrán por lo que viven, que si no un hombre no se pone violento tan fácilmente. Y entre luz de gas y luz de gas, el agresor se siente completamente legitimado para actuar. Seríamos incapaces de desearle a Theon Greyjoy, a pesar del caos causado, todas las torturas a las que le somete Ramsay Bolton, pero las torturas invisibles a Sansa por parte de todos los hombres de la serie sirven hasta para memes. Si no se ve, no existe, y si alguna vez se intuye, es mejor girar la cabeza porque “son cosas de pareja”.

El sufrimiento de Sansa se minimiza: no es suficientemente aventurera, no es suficientemente valiente, no reacciona como a mí me gustaría que reaccionara para mi diversión. Sorpresa: las cadenas no se cortan enfrentándose al agresor y poniéndose en peligro, y en ese sentido, por supuesto que la mujer más realista de la serie tenía que ser el personaje más odiado. Porque en esta sociedad, a las mujeres nos odian.

La de Sansa Stark es una historia de adaptación, de aguante y de enfrentamiento silencioso al abuso, como la de cualquier otra mujer que sufre la violencia machista. Porque se nos exige ser fuertes, plantarle cara al agresor y enfrentarnos como heroínas, porque y se nos vuelve a victimizar para que nos sintamos avergonzadas por comportamientos que escapan de nuestra responsabilidad y control. Así que, si formas parte de la campaña de odio a Sansa (que, por cierto, le salvó el culo a Jon en la batalla de los bastardos porque él sí que es un inútil), replantéate por qué sientes ese rechazo.

Al odiar a Sansa, a Skyler White o a Carmela Soprano estás siguiendo la senda que el patriarcado ha trazado con tanto detalle a lo largo de los siglos. No están hechas para satisfacer tu necesidad heroica, son personajes víctimas de un abuso emocional/físico/económico/sexual por parte de los héroes que, por cierto, sí te gustan. Te flipan abiertamente Walter White y Tony Soprano e incluso te pueden hacer gracia Ramsay Bolton o Joffrey Baratheon, los mayores sádicos de 'Juego de Tronos', con tal de no apoyar a una mujer maltratada. Pero denuncia, mujer, que, si no, no podemos ayudarte.