La separación de los niños siembra el miedo entre los migrantes en la frontera

    "Si me quitan a mi hijo, me moriría", le dijo a BuzzFeed News una mujer que buscaba asilo cuando la rechazaron en la frontera.

    REYNOSA, Tamaulipas, México — Las familias que esperan en México para cruzar a los EE. UU. están cada vez más nerviosas, mientras las informaciones sobre las separaciones de los niños aplicadas de acuerdo a la "política de tolerancia cero" de la administración Trump siembran miedo e ira al otro lado de la frontera.

    En un refugio para migrantes en Reynosa, una de las ciudades más peligrosas del país, BuzzFeed News habló con cuatro familias que se están planteando si hacer otro intento en la frontera o trazar un plan B, inconmensurable para quienes huyeron de sus países temiendo por sus vidas.

    Mientras Claudia pasaba frente a los agentes de inmigración mexicanos en el puente que conecta Reynosa, Tamaulipas e Hidalgo, Texas, lista para mostrar a sus homólogos estadounidenses la prueba del asesinato de su hermano y el riesgo que esto representaba para el resto de la familia, le aconsejaron darse la vuelta porque "le quitarían a sus hijos".

    Patricia intentó cruzar el puente con su hijo de siete años para pedir asilo hace dos semanas, pero las autoridades estadounidenses los enviaron de vuelta. Nunca le dieron un motivo.

    Piedad, que presenció el asesinato de dos de los primos de su esposo, sufrió más: los agentes estadounidenses los entregaron a ella y sus tres hijos a las autoridades mexicanas, que a su vez los tuvieron arrestados durante una semana.

    Ahora todos están en una especie de purgatorio, a poca distancia del Río Grande, pero a más de 2400 kilómetros de sus hogares en El Salvador y Honduras, tienen la esperanza de escuchar que la administración Trump ha dado marcha atrás en su política de "tolerancia cero" contra los inmigrantes, que ha llevado a que 2342 niños estén separados de sus familias desde mayo.

    La mayoría de las familias afectadas por la política de Trump son, como ellos, de América Central, donde las pandillas frecuentemente extorsionan a las pequeñas empresas, reclutan por la fuerza a niños y queman casas como forma de castigo para quienes no cumplen con sus órdenes. El fiscal general de los Estados Unidos, Jeff Sessions, emitió a principios de este mes un fallo que dificulta que las personas que huyen de la violencia doméstica y la violencia de las bandas soliciten asilo.

    Traumatizados por la violencia en el hogar y los peligros a los que se han enfrentado en el camino a través de México, los niños están sufriendo por la ansiedad que les produce la separación, ya que están retenidos en almacenes y tiendas de campaña del gobierno de los EE. UU. cerca de la frontera.

    "Me volvería loca si me lo quitaran", dijo Piedad, sentada debajo de un árbol en el patio principal del refugio. Su apellido y los de otras personas con las que habló BuzzFeed News en esta historia no se han publicado por temor respecto de su seguridad. "¿Qué significado tiene una madre sin sus hijos?"

    Una cuarta familia de Veracruz, en el Golfo de México, fue seprada recientemente en la frontera después de tomar una balsa en el río Grande en medio de la noche. María y su hijo de 14 años, que tiene epilepsia, fueron atrapados y recluidos por separado; ella dice que los agentes de inmigración arrojaron la medicina de su hijo. Después de cuatro días, los dos fueron deportados a Reynosa; su padre todavía está detenido. Está segura de que volverá a intentarlo en los próximos días (volver a intentar entrar ilegalmente se considera un delito grave a partir de abril de 2017).

    "Esto es lo que me mantiene en pie", dijo María, mirando el historial médico de su hijo. El medicamento que ha recibido en casa no ha sido efectivo, dijo. Puede que su afirmación no sea exagerada, dado que un exgobernador de Veracruz fue acusado de comprar medicamentos falsos para hospitales estatales.

    Las otras familias se quedan donde están por ahora.

    "Si me quitan a mi hijo, me moriría", dijo Patricia, de 27 años. Después de que una mujer que conoció en un autobús pagara la tarifa de 10 pesos mexicanos para que ella y su hijo cruzaran el puente (menos de 50 centavos por ambos), se acercaron a un par de agentes de inmigración de los EE. UU. y les dijeron que querían solicitar asilo . Los agentes les dijeron que se sentaran a su lado mientras llamaban a sus homólogos mexicanos. No tenía sentido luchar contra ninguno de ellos, dijo Patricia. Los dos regresaron al otro lado del puente, Patricia se sintió intimidada y abatida.

    Su hijo le rogó en voz baja a Patricia que le comprara un coche de juguete mientras ella se sentaba fuera de los dormitorios del refugio. Ella no tenía un coche, y en un esfuerzo por distraerlo, Patricia le acarició la espalda. Él extendió la mano y le dio unos besos en la mejilla.

    Los ojos de Patricia se llenaron de lágrimas. "Prefiero vivir debajo de un puente con mi hijo" que estar separada de él.

    Las familias no se atreven a salir, ya que afuera las bandas criminales buscan nuevas caras y, a menudo, se ven implicados en tiroteos con los rivales a todas horas del día. En cambio, pasan los días buscando la sombra con unas temperaturas de más de 35 grados centígrados cerca de los dormitorios, el comedor y la pequeña iglesia.

    Prácticamente no hay información sobre el precio por permanecer dentro de las paredes del refugio. La mayoría se ha quedado sin crédito en sus teléfonos celulares y no pueden acceder a Facebook, por donde solían conocer la mayoría de las noticias. Tampoco hay televisiones. El goteo de noticias proviene de sus familiares a través de llamadas telefónicas o del pastor del refugio y su esposa.

    "Gracias a Dios que todavía tienen a sus hijos con ustedes", les dijo a algunas de las mujeres el martes por la mañana, según Piedad.

    Los rumores se están extendiendo entre las familias y otros en esta ciudad fronteriza. El taxista que llevó a Claudia al puente fronterizo le advirtió que las autoridades de los Estados Unidos estaban dando en adopción a los niños que quitaban a los inmigrantes recién llegados. Un abogado pro bono que la aconsejó le dijo que no se iban a llevar para siempre a sus hijos, sino que simplemente los meterían en una guardería.

    "Se dicen tantas cosas que simplemente no sé a quién creerle", dijo Claudia, que trabajaba en una fábrica textil en Honduras.

    Piedad se mostraba optimista cuando caminaba hacia el puente hace dos semanas. Una vecina de Honduras que había viajado por partes de México con ella la había llamado para decirle que había llegado a Houston, Texas, con sus hijos.

    Pero Piedad no tuvo tanta suerte. Las autoridades estadounidenses la entregaron a sus homólogas mexicanas, y ella y su hijo mayor, de 15 años, fueron trasladados a diferentes centros de detención durante una semana, afirmó. Piedad se enteró de las separaciones familiares forzosas en los Estados Unidos por boca de las mujeres con las que compartió una celda durante ese tiempo.

    La administración de Trump está en caos en los últimos días al tratar de decir si la política de separación de las familias tiene o no un efecto disuasorio o si incluso existe. El propio presidente Donald Trump, mientras tanto, tuiteó el martes que los inmigrantes estaban listos para "infestar a nuestro país". Pero a pesar de lo aterrador que es para algunos de los que se enfrentan a ella, la amenaza no los detiene a todos.

    María dice que tan pronto como su esposo sea liberado de su arresto en los Estados Unidos, los tres regresarán al otro lado del Río Grande.

    "Si lo intentamos de nuevo y si la Patrulla Fronteriza no nos atrapa y llegamos a nuestro destino, todo habrá valido la pena".


    Este post fue traducido del inglés.