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    Las mujeres trans reclaman sus orgasmos

    A las mujeres trans se nos niega la sexualidad todo el tiempo; desde parejas potenciales que nos tratan como fetiches hasta profesionales de la salud que saben muy poco sobre los efectos de una transición hormonal en nuestra vida sexual. Pero las mujeres trans también merecemos tener orgasmos, así que salí a buscarlos.

    “El erotismo es un recurso que reside en cada uno de nosotros, en un plano profundamente femenino y espiritual, enraizado firmemente en el poder de nuestros sentimientos inexpresables o irreconocibles. Para poder perpetuarse, cada opresión debe corromper o distorsionar las numerosas fuentes de poder dentro de la cultura del oprimido que puedan provocar una energía de cambio. Para las mujeres, fue una supresión de lo erótico como fuente de poder e información de nuestras vidas”. — Audre Lorde, “Los usos del erotismo”


    Algunos años atrás, cuando decidí comenzar una terapia hormonal para “feminizar” mi cuerpo, encontré en internet sobre los efectos de ingerir estrógeno y bloqueadores de testosterona. Básicamente, incluían una redistribución de la grasa corporal, desarrollo de tejido en los pechos, disminución de masa muscular y vello corporal, disminución del impulso sexual, disminución o pérdida de la función eréctil, menor capacidad para generar esperma y fluido eyaculatorio, y esterilidad.

    En ese entonces, habían muchas cosas que no me gustaban (y aún no me gustan) de mi cuerpo, pero mi impulso sexual no era una de ellas. Y aunque deseaba (necesitaba) comenzar a tomar hormonas, me asustaba perder mi capacidad de sentir placer sexual. En mi siguiente visita al doctor para discutir sobre las hormonas, le pregunté si aún podría tener orgasmos.

    Ella hizo un sonido de disgusto con su garganta, como si yo hubiera dicho algo de mal gusto y absolutamente inapropiado. “A la mayoría de los transexuales”, me dijo, sin mirarme a los ojos, “los perturb su… impulso sexual masculino. Es por eso que al convertirse en mujeres no necesitan orgasmos”.

    Al volver a mi hogar, humillada y destrozada, me puse a pensar en lo que me dijo: Al convertirse en mujeres no necesitan orgasmos. ¿Qué demonios quería decir eso? ¿Que tenía que elegir entre mi sexualidad y mi identidad de género como mujer? ¿Que las mujeres trans no deben tener vida sexual?

    Las chicas trans aprendemos muy pronto que el reino de nuestra sexualidad es un lugar difícil, doloroso y hasta peligroso. 

    Una esperaría que los profesionales médicos con conocimiento y experiencia en transiciones transgénero ayuden a sus pacientes a transitar los efectos de las hormonas y las cirugías en su libido y sus experiencias orgásmicas. Pero la realidad es que la mayoría de los doctores, incluso los especialistas en salud trans, no están preparados para eso. Como trabajadora social clínica, formé parte de varios equipos especializados en transición de género, salud mental y sexual trans, y ninguno de esos doctores supo responder a mis preguntas mejor que mi médica personal.

    La literatura médica disponible sobre sexualidad trans dio escasos resultados: los pocos estudios que existen son demasiado anticuados, utilizan una definición muy estrecha del encuentro sexual, y como conclusión suelen admitir que en la comunidad médica existe una gran falta de conocimiento sobre la satisfacción sexual de las mujeres trans.

    Sin embargo, esta información sí existe en de la comunidad de mujeres trans: datos comprobados a lo largo del tiempo por fetichistas, trabajadores sexuales, escritores y editores independientes como Miranda Bellwether, autora de la revista de culto Fucking Trans Women. Todos concuerdan en lo mismo: la transición médica, hormonal o quirúrgica, no imposibilita el placer sexual ni el orgasmo. En su lugar, lo que cambia es la manera en la que se experimenta y se alcanza el orgasmo. Cada mujer trans (al igual cada mujer) es única.

    A las jóvenes trans que sobrevivimos en un mundo que nos marca como blancos de abuso sexual y violencia desde el momento en el que nos mostramos como realmente somos, nos es casi imposible encontrar información sexual útil y precisa sobre nuestros cuerpos. Desde temprano, las chicas trans aprendemos que el reino de nuestra sexualidad es un lugar difícil, doloroso y hasta peligroso. Pero si sabes dónde buscar, también existe belleza, poder y placer. Finalmente pregunté a otras mujeres trans que me cuenten sus historias de sexualidad y autoconocimiento, y allí encontré lo que buscaba.

    Un aviso para mujeres trans que busquen respuestas: la respuesta está en sus hermanas. Siempre.


    Crecí absorbiendo todos los estereotipos sociales que la cultura popular tenía sobre las mujeres trans; aprendí a ver a mi cuerpo como algo desagradable y erróneo, y mi sexualidad como algo sucio. Creía que si alguien me deseaba, sólo sería como un fetiche, algo perverso y enfermizo. De modo que cuando comencé la terapia de reemplazo hormonal y mi libido disminuyó, al principio me sentí aliviada. Sin los picos de deseo erótico, no tenía que pensar en lo mucho que me avergonzaba mi sexualidad.

    Pero con el paso del tiempo, comencé a extrañar a mi erotismo; me preguntaba si esta transformación física por la que estaba pasando sería el fin de mi vida sexual. Me enfurecía que para mí y tantas otras amigas trans el sexo fuera una fuente de dolor interminable, mientras que para otros era una fuente de placer y alegría.

    Como soy una geek incorregible, decidí investigar. Descubrí que muchas mujeres trans que comenzaron o pensaban en una terapia de reemplazo hormonal tenían las mismas preocupaciones e inquietudes que yo. Y al igual que a mí, ninguna consiguió información útil de sus doctores o trabajadores de salud. Lo más inquietante fue que en algunos casos, sus doctores y psicólogos les insinuaron que no debían desear sexualidad ni placer sexual. Si les pasaba eso, “no eran realmente transexuales”.

    Esta idea proviene de una anticuada teoría psicológica desarrollada en los años 80 por el psicólogo (hombre, blanco y cisgénero) Ray Blanchard, que afirma que existen dos tipos de mujeres trans: “transexuales verdaderas” y “transexuales falsas”. Según esta teoría, las “transexuales falsas” o autoginéfilas en realidad son hombres con el fetiche de jugar un rol femenino, vestir ropas femeninas, o tener un cuerpo femenino. La filosofía postula que ambos tipos de transexuales son afligidos por una enfermedad mental.

    Si bien la literatura psicológica y sociológica refutó completamente este concepto — el “transexualismo” fue eliminado de la edición más reciente del Diagnóstico y Manual Estadístico de Enfermedades Mentales — muchos profesionales de la salud y el público en general siguen profundamente influenciados por él.

    Lo que me intriga y me perturba sobre estos llamados autoginéfilos es que, según Blanchard, a las “verdaderas” mujeres trans no les importaría perder el impulso ni el placer sexual, lo que parece implicar que las mujeres “reales” no deberían tener ni desear una sexualidad.

    Para mí, aquí se unifican la transfobia y la misoginia, en donde la represión y la negación de la sexualidad de las mujeres trans refleja la negación de la sexualidad de todas las mujeres. La idea punitiva de que, para “ser una mujer real”, las mujeres trans deban renunciar a su potencial erótico, proviene del mismo lugar que la brecha de orgasmos entre hombres y mujeres: un odio hacia la idea de que la mujer (cualquier mujer) pueda y disfrute del sexo.


    La vida sexual de las mujeres trans está envuelta por varias capas de misterio: ¿Cómo tenemos sexo? ¿Con quién lo hacemos? ¿Quién quiere tener sexo con nosotras? ¿Cómo se ven nuestros genitales, y cómo funcionan? ¿Tenemos orgasmos? ¿Cómo? ¿Somos hetero/gay/bisexuales/lesbianas? ¿Tener sexo con nosotras te hace gay/hetero/bisexual/lesbiana?

    Comos un triángulo de las Bermudas sexual: tenemos una reputación de ser extrañas y muy peligrosas. La gente entra, pero nunca sale.

    ¿Cómo aprendemos a ser amadas y hacer el amor (o por lo menos, a tener sexo) por placer? 

    Por supuesto que estas cuestiones jamás se tratan en los programas de educación sexual de la escuela primaria y secundaria. Como me dice mi amiga Lily, una mujer trans estudiante de psicología social y escritora en la universidad de Stanford: “Luego de admitirme como mujer trans, reinterpretar la educación sexual que aprendí en la escuela fue como volver a inventar la rueda; tuve que agarrar todo lo que sabía sobre sexo, embarazo, biología, enfermedades sexuales, salud, industria médica, etc. y conectarlo todo por mí misma”.

    Existe mucha pornografía sobre “chicas con pene” y “transexuales”, pero tiene muy poco que ver con la vida sexual de las mujeres trans. Es una fantasía orientada a hombres cisgénero. Nuestro placer, nuestros deseos y nosotras no tenemos nada que ver con eso.

    Y eso me enoja. Me enfurece. ¿Dónde nos ubica a las mujeres trans? ¿Donde ubica a las personas que nos aman y quieren tener sexo con nosotras? (Que existen, y son muchas).

    ¿Qué significa para las jóvenes trans, en proceso de autodescubrimiento (o para mujeres trans viejas, que también se están descubriendo) que la sociedad se refiera a nosotras como seres sexuales de un modo confuso y sensacionalista, sazonado con una abundante cantidad de asco? ¿Qué significa si las únicas imágenes disponibles de nosotras es pornografía que usa nuestros cuerpos juguetes sexuales de hombres cisgénero?

    ¿Cómo aprendemos a ser amadas y hacer el amor (o por lo menos, a tener sexo) por placer? Las mujeres trans merecen sentir placer tanto como cualquiera.


    Entonces, ¿Qué debe hacer una mujer trans si quiere tener relaciones sexuales con su pareja (o por su cuenta)? Que las personas trans estén en mayor riesgo de sufrir violencia sexual no facilita las cosas (hay estudios que indican que tenemos un 50% de posibilidades de ser atacadas sexualmente en algún momento de nuestras vidas), lo que hace que cualquier tipo de contacto sexual sea psicológicamente aterrador.

    (Como sobreviviente de varios ataques sexuales en mi adolescencia y juventud, puedo confirmar que, más allá de los años que pasen y las parejas maravillosas que conozca, aún recuerdo la sensación de terror y de intentar abandonar mi cuerpo para escapar del horror, como si fuera hoy).

    No obstante, existen mujeres trans (comunidades enteras de ellas) que no solo disfrutan el sexo, sino que también llevan su erotismo a lugares nuevos, mucho más allá de los estereotipos y prejuicios comunes sobre lo que debería ser la sexualidad.

    Mientras investigaba para este artículo descubrí el secreto de la sexualidad centrada en la mujer trans. En mis años como escritora y activista, lo había pasado por alto: un mundo lleno de nuevas maneras de tener sexo y cubrirme de amor y cariño.

    Tenemos que dejar de pensar en el sexo basándonos en los orgasmos de los hombres cisgénero.

    Todo comenzó en mi cocina, conversando con mi amiga Estelle, trabajadora en apoyo de la comunidad y dama trans urbana y glamorosa. Entre gambas salteadas y arroz de coco, me introdujo a su perspectiva sobre la sexualidad de las mujeres trans. “Todo eso de que las mujeres trans no somos sexuales es absolutamente falso”, dijo. “Creo que lo que necesitamos es pensar en los cuerpos de las mujeres trans de una forma diferente. Que algunas mujeres trans no puedan tener una erección no significa nada. Para empezar, los penes flácidos pueden ser muy eróticos. Y además, tenemos que dejar de pensar en el sexo basándonos en los orgasmos de los hombres cisgénero”.

    Totalmente de acuerdo.

    Estelle también me contó sobre el muffing, un tipo de penetración sexual popular en ciertos círculos de mujeres trans, que desconocía. Básicamente, el muffing es el acto de utilizar los canales inguinales — los dos canales que están arriba del escroto y a los lados del hueso púbico, desde el cual los testículos caen o bajan — para alcanzar la penetración con los dedos, juguetes sexuales o el pene. Como hay muchas terminaciones nerviosas en esa zona del cuerpo, el muffing genera mucho placer sexual.

    (Sugiero a quienes quieran probar el muffing que comiencen de un modo suave y lento; pueden consultar esta hermosa revista online creada por la artista y escritora trans Merritt Kopas).

    ¿Es revelador, no? ¿Cuánta gente sabía que el cuerpo humano fuera capaz de algo así? O mejor dicho ¿Por qué más de nosotras no estábamos al tanto de esto? ¿Por qué la sociedad nos oculta el amplio espectro de posibilidades para alcanzar placer e intimidad?

    Una vez que comencé, no pude parar: caí al agujero negro de investigar todas las maneras increíbles en las que las mujeres trans practicaban el sexo y la masturbación. Créeme que se puede hacer mucho. Aquí van un par de ejemplos:

    Existe el rooing, o estimular la base del pene, justo debajo del escroto y sobre el perineo. La piel del escroto puede invertirse para penetrar la cavidad llamada el bolsa perineal profunda. Al igual que el muffing, la densidad de terminaciones nerviosas en esta parte del cuerpo puede conducir a estimulación sexual y, sí, al orgasmo.

    También está el telescoping, utilizado para estimular un pene no erecto (esto puede gustarle a las mujeres trans a las que les gusta masturbarse, pero les desagradan las erecciones). El pene se retrae dentro del escroto, que luego puede plegarse hacia dentro del pubis hasta que se asemeja a unos labios vaginales y clítoris, que luego pueden ser estimulados o penetrados.

    En general, el glande puede estimularse de varias maneras, sin importar si el pene está erecto o no: caricias, lamidas, o usando un vibrador.

    Y por supuesto, después están los pezones, pechos y el ano…

    Mientras leía, y leía, y leía sobre todos los tipos de sexo que no estaba teniendo, pensaba: no puedo creer que no lo supiera.


    Luego de hablar con Lily, Estelle y otras mujeres trans que amo y admiro profundamente, comencé a interesarme cada vez más sobre lo que mi “nuevo” cuerpo era capaz de hacer.

    Así que una noche, me encerré en el baño y tomé una ducha larga y caliente. Luego me envolví en mis toallas más grandes y suaves y me acosté. Ahí, comencé a explorar mi cuerpo.

    Nerviosa, intenté ubicar mis canales inguinales. Me llevó bastante esfuerzo, y al principio me sentí frustrada, luego decepcionada, y furiosa. Furiosa con el mundo. Furiosa conmigo misma. Furiosa con… no sé.

    Pero luego mi dedo se deslizó dentro de una cavidad hueca que no sabía que existía. Encontre una en el lado opuesto. Empujé, suavemente al principio, luego más fuerte. Mis dedos se metieron hasta el nudillo. El aliento que no supe que estaba conteniendo salió de mis pulmones con una larga ráfaga.

    De repente, de forma inexplicable, comencé a llorar. Primero un par de lágrimas, luego enormes sollozos guturales, que parecían provenir de algún espacio escondido en las profundidades de mi cuerpo, donde se escondía todo mi miedo, mi odio a mí misma, mis anhelos; fue como si mis dedos nerviosos hubieran abierto un candado secreto que liberó todas mis lágrimas.


    En cuanto al misterio de la sexualidad de las mujeres trans, aprendí esto: tenemos sexo de todo tipo de formas, algunas de las cuales quizás debas buscar en internet. Tenemos sexo con todo tipo de personas, por montones de razones. Tener sexo con nosotras no te hace gay, hetero, lesbiana, bisexual, ni fetichista. Puede que te haga sentir nervioso, triste, avergonzado, aterrorizado, precavido, curioso, encantado, maravillado y extasiado. Sin dudas, te hace sentir humano. Al igual que nosotras.

    La transición debería enfocarse en cómo amar nuestro cuerpo: amarlo en el sentido de vernos como personas hermosas y placenteras.

    Después están los orgasmos: al parecer, no eran tan imposibles de alcanzar. Aunque el sexo no necesite enfocarse en el orgasmo como objetivo absoluto, muchas mujeres trans (como una servidora) se interesan en experimentarlos de una u otra forma.

    Y el tema es que merecemos tener orgasmos. Los efectos secundarios de hormonas y cirugías no deberían cambiar eso. Por un lado, algunas mujeres trans no desean o necesitan hormonas ni cirugía. Quienes sí, deberían poder acceder a información sexual precisa sobre cómo acostumbrarnos (y amar) a nuestros cuerpos en pleno cambio.

    La transición debería enfocarse en cómo amar nuestro cuerpo: amarlo en el sentido de vernos como personas hermosas y placenteras, y también para hacer el amor. Necesitamos saber cómo darnos orgasmos, y cómo enseñar a los demás a que nos lleven a un orgasmo.

    Existen muchas maneras de amar, y las merecemos todas.

    Este artículo fue traducido del inglés por Javier Güelfi