Si hubiera sabido que la comida era tan saludable, hubiera desayunado.
Antes de salir del evento, tomé dos bolsas de nueces.
No tenía dinero por tonto y no tenía tiempo aire por pobre. Mi única solución era tomar una Ecobici lastimada por la intemperie y llegar al Zócalo a como diera lugar.
Me sentí mareado cada segundo de la entrevista.
Regresé al trabajo en una ecobici peor que la anterior.
La ventaja de ser un patán es que el abandono siempre te sabe a justicia.
Hablé al banco y me dijeron que mi trámite había sido rechazado.
Un día me acabé los productos más básicos.
Esta era toda la comida que poseía.
El viernes de esa semana pagaron.
Aprendí a hacer un presupuesto.
Dejé de fumar.
Bajé de peso.
Otra vez tengo documentos.
Aprendí a pelear por lo que me pertenece.
Y lo más importante: aprendí a hacerme responsable de mis propios actos.